Más Información
Alito Moreno se reúne con familiares de prisioneros de Israel en Marruecos; pide su liberación antes de Navidad
SEP debe informar sobre objetos peligrosos en revisiones escolares: Inai; violencia escolar ha ido en aumento
Videojuegos, el nuevo gancho del crimen para captar menores; los atraen con promesas de dinero y poder
“Vamos a dar apoyo a los pequeños agricultores por sequía en Sonora”; Claudia Sheinbaum instruye a Berdegué
Uno de los eventos más notables de la semana que pasó fue una cata de blancos, rosados y tintos argentinos en un formato un tanto particular. Prometo platicarle en la próxima entrega cómo un grupo de fanáticos del vino, entre los que me incluyo, realiza armonizaciones de vino y música.
Al final del ejercicio una colega se acercó para decirme: “Carlos, voy a Argentina la semana próxima, ¿qué quieres que te traiga?”. Bonarda, mi querido lector, es lo que se debe responder cuando alguien lanza esa pregunta.
Desde hace ya un tiempo la industria argentina apuesta por un camino de diferenciación. Calidad por encima de volumen, así como un enfoque al terroir como elemento distintivo, se cuentan entre los principios que han ido marcando el rumbo.
Si bien el Malbec (varietal ícono de la industria argentina) sigue dominando la escena, hoy también es posible hallar grandísimas expresiones de Syrah, Tannat, Cabernet Sauvignon, Pinot Noir, Petit Verdot, Sauvignon Blanc, Chardonnay… Para este humilde columnista, la Bonarda merece una mención especial.
Originaria de Italia –investigadores apuntan a su cultivo hace más de 3 mil años, a manos del pueblo etrusco–, la Bonarda es la segunda variedad tinta más cultivada en Argentina y, por mucho, una de las uvas más tradicionales. Históricamente se trató de una cepa asociada a los vinos tintos más económicos, menospreciada por muchos debido a su rusticidad y calidad “poco noble”.
Hace algunos meses platicaba del tema con Estefanía Litardo, market manager para América Latina de Altos Las Hormigas, vinícola que apostó por la Bonarda a través de su Colonia Las Liebres. Ella me explicaba acerca de este renacer del varietal, originado hace más de una década y hoy reflejado en caldos de notable franqueza, buen cuerpo y gran amplitud aromática.
“Es una cepa abundante y vigorosa, repleta de notas de fruta roja y negra, con ligeros acentos anisados. En vinos varietales (de una única uva) responde al deseo de los consumidores por probar fermentados más honestos, que reflejen su origen plenamente; su rusticidad es justamente lo que la ha hecho tan especial”.
En México las opciones son reducidas pero posibles, todas caracterizadas por una gran relación precio calidad. Además de Colonia Las Liebres también vale la pena mencionar a Finca Las Moras, Trapiche y Zuccardi, excelentes puntos de partida para descubrir la Bonarda. Si desea probar una de las máximas expresiones de esta uva (a mí juicio) le recomiendo hacerse de un ejemplar de El Enemigo Bonarda 2011, mezcla de Bonarda al 85% y Cabernet Franc al 15% de inigualable expresión frutal, con deliciosos acentos herbáceos y acidez vibrante.
$310
Vinoelvino.mx
ZUCCARDI SERIE A BONARDA
Bonarda
Zona de producción: Santa Rosa, Mendoza. Argentina
Vista: rojo violáceo profundo
Nariz: elegante, con notas de frutas maduras como bayas, cerezas negras y dulce de moras, con un fondo de especias propio de la crianza en roble
Boca: entrada amable y jugosa, con taninos suaves, buen volumen y largo final