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Brindis es sinónimo de burbujas. Durante las fiestas decembrinas llega la fiebre de los espumosos junto con ellas. ¿Qué hace que estos vinos sean los ideales para festejar? La respuesta puede ir de lo histórico -se cuenta que de una forma azarosa el monje benedictino Dom Pérignon descubrió las burbujas que aparecían en los vinos y se obsesionó con atraparlas dentro de la botella para luego volverlos los vinos más codiciados para las celebraciones-; hasta lo esotérico, donde esencialmente existe la creencia de que cada burbuja representa los días de buena suerte del nuevo ciclo. Existe también el dato saludable, pues se dice que los vinos espumosos ayudan a digerir los alimentos gracias a su acidez y efervescencia, por ello son ideales para cerrar grandes comilonas. Sea el motivo que se tenga para elegir un espumoso para celebrar, hay cosas que debes saber: el vino espumoso no es lo mismo que la champaña y, además, no sólo de champaña se viven las fiestas de fin de año. Existen grandes espumosos que usan el método champenoise, como el cava español o el lambrusco italiano; o algunos espumosos que se elaboran a partir de procesos menos complejos, pero que mantienen la calidad en su estilo propio, como el caso del prosecco y los burbujeantes del Nuevo Mundo. Estos cuatro espumosos ofrecen el mismo nivel de sofisticación que la afamada champaña, cuando se habla de grandes celebraciones. Te presentamos los espumosos más queridos en el mundo, para que elijas tu compañero este fin de año.
Champaña: La clásica francesa
Aunque hay más de una zona vinícola en Francia que elabora vinos espumosos (como El Crémant d'Alsace, de Borgoña) es evidente que la champaña es la reina francesa. Entre 1668 y 1715, Dom Pérignon desarrolló y perfeccionó el método champenoise. El espumoso fue bautizado con el nombre de champaña por provenir de la región de Champagne. Actualmente este vino cuenta con una Denominación de Origen que marca tres reglas: la zona de producción es exclusiva a Champagne; sólo se puede elaborar a partir de las uvas Pinot Noir, Pinot Meunier y Chardonnay, y debe tener una doble fermentación. El suelo calcáreo y el frío de la región de Champagne aporta un sabor distinto a otros espumosos, además de finura y carácter. La Pinot Noir da estructura, la Pinot Meunier equilibrio y la Chardonnay las notas florales y frutales.
Cava: Al estilo español
Al igual que la champaña tiene una segunda fermentación en botella que origina las burbujas de la bebida. Se puede producir en ocho regiones vinícolas españolas, lo que cubre gran parte del territorio de la nación ibérica. Las más apreciadas son de la localidad de Sant Sadurni d'Anoia, en la región del Penedès, Cataluña. Las cavas se dividen en ultra brut, extra brut y brut, estilos que tienen menos azúcar residual; y extra seco, seco y semi seco, los cuales muestran un toque dulce. Este espumoso español se elabora con tres variedades de uva: Macabeo, que aporta la frutalidad; Xarel, para obtener su acidez; y la Parellada, que otorga aromas florales, y son uvas que crecen en regiones de suelos arcillosos, con clima suave y lluvias moderadas.
Lambrusco y prosecco: totalmente Italia
En Italia hay tres tipos de espumosos: el asti, el prosecco y el lambrusco, cada uno con encantos propios. Para empezar en el mundo de las burbujas italianas, basta hablar del lambrusco como aquel que sigue el método champenoise, y del prosecco como un espumoso más sencillo. El lambrusco es considerado dentro de los tres mejores espumosos del mundo. Procedentes del territorio ubicado entre el lago Iseo y la ciudad de Brescia. Son espumosos elaborados bajo el método clásico (champenoise) a partir de cepas Pinot Bianco (Blanc), Chardonnay y Pinot Nero (Noir). Su denominación establece que el lambrusco, en vinos sin añada, se debe envejecer por mínimo 25 meses, de los cuales 18 los pasan en botella junto con la levadura añadida, mientras que aquellos con añada deben tener 37 meses de envejecimiento y un mínimo de 24 meses en botella. La burbuja de este vino es muy fina y a pesar elaborarse con un método tradicional, tiene un sabor repleto de notas frescas y ligeramente mineral; se trata de un espumoso de mucha complejidad en boca, debido al terroir donde se hace. A diferencia del lambrusco, el prosecco no es considerado dentro del “top tres de los espumosos”; sin embargo, es de los más consumidos actualmente. La razón es sencilla: son accesibles para el bolsillo. De hecho, un dato revela la realidad pues sólo en el 2013 se vendieron en el mundo tres millones más de botellas de prosecco que de la afamada champaña. El prosecco es muy distinto a la champaña, el lambrusco y el cava. Primero porque sus uvas se cultivan en la zona sur italiana, lo que lo hace menos seco y ácido. Luego, para obtener su gas carbónico se utiliza el método charmat, donde se realiza la segunda fermentación en tanque y no en botella, como sucede con el champenoise. Digamos que en el proceso, el prosecco es un vino más sencillito; un espumoso con menos aguja, o burbuja, y de sabores más sutiles, con pocas notas lácticas y de frutos secos, pero con mucha frescura y sabores afrutados: un vino perfecto para brindar a la menor provocación.
Del Nuevo Mundo
Son los espumosos menos populares que provienen de Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Brasil, Argentina, Chile y México, donde también se ha explorado los terrenos de la burbuja. Napa y Sonoma, en Estados Unidos, son las regiones más comunes y se les conoce como sparkling wines, o vinos burbujeantes, los cuales se elaboran con uva Chardonnay.