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Caminar por las calles de la ciudad de México significa recorrer su particular mundo de sabores y olores. Y en este Día de Muertos no pueden faltar los atoles que forman parte importante en las ofrendas, una fiesta que combina la tradición católica con la indígena.
De acuerdo a las crónicas de la colonia, en aquella época el atolli se hacía con masa de maíz molido o tostado y agua, endulzados con miel que tenía infinidad de usos tanto medicinales como alimenticios. Actualmente, el atole se hace a base de maíz hervido con agua o leche y endulzado con azúcar y piloncillo. Se condimenta con aromas como cacao, vainilla, canela, anís, , azahar, hojas de naranjo y otros saborizantes como chocolate, jugo o pulpa de fruta como guayaba y piña. Aunque también se prepara con harina de maíz o con fórmulas lista para hacer a base de sémola de maíz, trigo o arroz. Todas estas preparaciones se toman con pan de sal o pan dulce, sobre todo bolillos o conchas.