Escribo desde el otro lado del mundo, desde el mítico desierto de Gobi, que alguna vez viera correr la ruta de la seda. Aún hoy, la vida en Mongolia pareciera suceder bajo la mirada dominante de Gengis Kan; es imposible no pensar en el conquistador mongol, líder del imperio más extenso de la historia, al contemplar la corriente del Río Amarillo cortando las inmensas dunas de arena que integran este hermoso paisaje local.


Hace un par de meses, cuando me propusieron compartir la riqueza vitivinícola mexicana en el Festival Mundial de Vinos Desérticos 2016 –realizado del 3 al 5 de septiembre en Wuhai–, la idea de descubrir los vinos mongoles me pareció tan insólita como el propio destino. Sí, por extraño que parezca, Mongolia es todo un referente cuando de fermentados desérticos se trata; en sólo 25 años está región logró desarrollar una industria única, bien diferenciada por su diversidad en cepas, estilos y expresividad en vinos. ¡Vaya sorpresa! Y, desde luego, vaya ejemplo para miles de productores que hoy apuestan por seguir produciendo en condiciones climatológicas verdaderamente extremas.


En la maleta, además de etiquetas de Baja California, Querétaro y Guanajuato –que siempre hay que presumir a donde quiera que usted vaya–, me traje a Mónica Pinoncély Esquer, directora de Bodegas Pinesque y vicepresidenta del Sistema Producto Vid en Chihuahua, a mi juicio, la región más representativa del vino desértico mexicano. El Valle de Encinillas y Chihuahua (la capital del estado) llevan ya varios años confirmando su calidad, no sólo en México sino en el mundo; el surgimiento y renovación de bodegas en diferentes zonas, particularmente en Delicias, han enriquecido notablemente la "Denominación (ojalá fuera oficial) Chihuahua".


Me decía Mónica, después de ofrecer una ponencia sobre vino chihuahuense a consumidores de Asia, que el estado vive un momento particular: los productores locales están realizando grandes esfuerzos en investigación y experimentación, ¿el objetivo?, asociar varietales específicos con regiones específicas.
¿Podemos hablar de características que diferencian al vino de Chihuahua? Si, mi estimado lector. Primero, las cepas que están marcando el rumbo van de la Cabernet Sauvignon a Merlot, Syrah, Chardonnay, Gewürztraminer e incluso Pinot Noir –Pinesque anda probando con esta última uva–. ¿Aromas y sabores? Claro que varían en función de cada región, aunque sí es posible hablar de vinos estructurados, con gran concentración aromática, muy frutales y especiados.
¿Quiere entrarle al vino chihuahuense? Le recomiendo empezar por los Vinos Encinillas (pruebe usted La Casona) y, obviamente, por las etiquetas de Bodegas Pinesque.

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