“Saccharum officinarum” es la denominación científica y latina de la planta de caña de azúcar, cuyo origen se encuentra en las culturas del sudeste asiático. La agricultura local comenzó a cultivarla para extraer el azúcar entorno al siglo IV antes de Cristo, fecha en la que se hace la primera mención histórica al producto, a través del jefe expedicionario de Alejandro Magno: Nearco.

Debido al éxito del ingrediente, su comercio se extendió y –al igual que la sal- se convirtió en una de las monedas de cambio en toda Asia (incluyendo China) para completar su ruta en el mar arábigo. India, Omán, Irán o Pakistán fueron algunos de los países que se rindieron a sus encantos, aunque el Egipto o la Grecia clásicos sazonaban postres con él, al igual que con la miel.
     
El ron, sin embargo, surge del proceso de destilación de esta planta, un método originario del Caribe y más tardío que los trayectos que a la caña aún le tocaban afrontar.  En este sentido, Horacio Crespo -de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (México)- hizo un estudio de la historia del azúcar en la década de los 80 que detallaba el movimiento de este fenómeno y lo situaba en paralelo a las conquistas árabes. De este modo, llegaría a Egipto en 640, Marruecos en 682, Chipre en 644, Sicilia y Rodas en 655, España en 708, Creta en 823, y Malta en 870.

Aunque el propio autor subraya que ésta, junto a la nuez o la canela, eran consideradas golosinas para los potentados hasta el siglo XIX, en el que se su uso se hizo masivo.

Con todo ello, además de Cristóbal Colón, el portugués Enrique el Navegante impulsó su implantación en Sudamérica con la importación de ésta a Brasil. Así que, fueron varios flancos por los que la sacarosa se introdujo en el continente.

RON, RON, LA BOTELLA DE RON

Empero, una cosa es el azúcar y su caña, de la familia de las Gramíneas, y otra el ron. Si las costas de Málaga y Granada (zonas del sur de España) cultivaban ésta durante el siglo VIII antes de Cristo, el clima favorable del Caribe se adueñó de ella, convirtiéndola en un producto exclusivo de América tras su llegada procedente de Europa. Son los climas tropicales o subtropicales del mundo quienes le confirieron su carácter indispensable para la economía latinoamericana.

No obstante, su gestación maduró al amparo de las colonias españolas, francesas e inglesas repartidas por las islas caribeñas. Esta idea –que confirma el consumo tantas veces sugerido por los relatos de las gestas de piratas pendencieros- situaba la elaboración y consumo del ron en Trinidad y Tobago, Barbados o La Española.

De hecho, las denominaciones en los distintos idiomas proceden del término francés ‘rumbullion’ – que refería un gran tumulto o rugido- y del que, el inglés heredaría ‘rum’ y el español, ron. No sin antes haber formado parte de la imaginería corsaria: “Kill Davil” (‘mata diablo’) era su apodo anglosajón. La Asociación de Estados del Caribe coincide en señalar su génesis en los campos de esclavos, la mayor parte nativos, como potente vigorizador.

Es el misionario dominicano Jean Baptiste Labat el que observa cómo se sirven los indígenas de las islas francesas de esta bebida alcohólica. Labat era botánico, explorador, etnógrafo, ingeniero y propietario de tierras así que no fue ajeno a esa bebida “fuerte y brutal a partir del guarapo de caña que los alegraba y reponía de sus fatigas”, como relata.

CARIBEÑO Y TROPICAL

Según esta asociación, los países productores de ron del Gran Caribe son Barbados, Cuba, Republica Dominicana, Guyana, Haití, Jamaica, Martinica, Guadalupe, Puerto Rico, Trinidad y Tobago, Grenada, Dominica, Guatemala, México, Venezuela, Colombia y Nicaragua. Con la salvedad de que si todo el Caribe produce ron como una bebida nacional o regional, no todas las naciones lo exportan.

El ron más célebre se encuentra en República Dominicana, Cuba y Puerto Rico (del tipo claro ligero) y Jamaica o Venezuela (más oscuro). También tiene especial trascendencia el ron canario, muy suave a pesar de su graduación.

El ron es una de las bebidas alcohólicas más populares y entre sus posibilidades emergen diversos cócteles o combinados. El daiquiri (ron blanco y jugo de limón), Cuba Libre (ron con cola), Mary Pickford (ron blanco con granadina y jugo de piña), Mojito (ron blanco, jugo de limón, hierbabuena y agua de soda), Mulata (ron añejo, jugo de limón y crema de cacao), Saoco (ron blanco y jugo de coco), Isla de Pinos (ron blanco y jugo de toronja) o el Presidente (ron blanco, vermouth rojo y granadina), entre otros.

Todos ellos procedentes de esa sacarosa, que se hallaba disuelta en la savia del tallo de la caña de azúcar y que se extrae mediante evaporación. La planta puede llegar a los cinco metros de altura, por lo que en tiempos pretéritos, se la ha identificado con el bambú.

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