Existen varios mitos alrededor de los menonitas, ya sea por películas con una narrativa pobre o porque sentimos que se simplifican a una cultura que se viste de mezclilla y camisa a cuadros. La realidad es que se trata de un pueblo cuya fortaleza es su perseverancia y la unión de su comunidad.
Los menonitas son migrantes cuyas raíces se trazan hasta Alemania y Holanda, países donde surgió del movimiento anabaptista que se originó durante la Reforma religiosa en Europa del siglo XVI. Esta comunidad se conoció como “menonitas” a partir de Menno Simmons, su líder más importante. Debido a la persecución religiosa migraron a Prusia —lo que hoy es Polonia— donde se asentaron por 250 años bajo privilegios especiales que consistían en libertad religiosa, educativa y exención del servicio militar, algo importante para ellos al considerarse pacifistas.
Hoy, la comunidad menonita en Chihuahua está compuesta por 50 mil miembros que, a su vez, se dividen en un 80 por ciento conservadores y 20 por ciento liberales. Ambos grupos interactúan a diario desde que en 1997 acordaron que sus diferencias no les impedirían trabajar juntos. “Si tú te vistes así y yo veo la tele, lo vamos a dejar a un lado para no desviarnos de la meta,” explica Antonio Lowen, guía del Museo Menonita de Chihuahua. Se pueden diferenciar principalmente en su vestimenta: los conservadores utilizan el clásico overol de mezclilla con camisa de cuadros y las mujeres portan vestidos que ellas mismas confeccionan. Las mujeres, para identificarse en su estado civil, llevan una pañoleta de la cabeza —blanca en el caso de las solteras y negra en el caso de las casadas—. Los menonitas liberales utilizan tecnología: internet, teléfonos celulares y también asisten a escuelas incorporadas a la SEP hasta el bachillerato, mientras que los conservadores asisten a la escuela hasta los 13 o 14 años, y después se incorporan a las labores de campo o casa, según el genero. Mantienen aún su idioma, el alemán bajo —una clase de dialecto—que se habla en casa y el alemán tradicional, que se enseña en sus escuelas.
Alimentación tradicional
Durante sus años en Rusia y Canadá el centeno fue una de las bases principales de su alimentación, años después fue reemplazado por el trigo. Es por ello que la panadería forma parte vital de su dieta diaria en toda clase de formas, desde barras de pan, galletas o pan dulce, las cuales acompañan con mantequilla fresca que se elabora diariamente. Durante el desayuno, es tradicional comer waffles con atole dulce de pasas, el cual también está presente en los días festivos.
Algo muy típico que deriva de su pasado en Rusia son los llamados wrenakjeson, un platillo que significa «hervido» y consiste en una pasta rellena de requesón que se hierve y se sirve con un aderezo de crema, manteca y harina. También está el famoso borscht, un caldo de col que se elabora con carne de res o de pollo. Como postre, suelen preparar tartas de manzana y una clase de galletas con helado para los días calurosos. Fieles a su origen europeo, las conservas forman parte vital de su alimentación y son almacenadas en la despensa, el cuarto más importante de la casa que siempre se sitúa en un área fresca situada al norte, pues éste es el lugar donde menos pega el sol. “Este cuarto es de particular importancia porque los menonitas de Chihuahua empezaron a utilizar la electricidad hasta la década de los setenta y los ochenta,” explica Antonio Lowen.
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Producción quesera y agrícola
Entre sus cultivos destacan el maíz, el frijol, la avena y el trigo, pero si hay algo por lo que son reconocidos es por sus lácteos y manzanas. Chihuahua es el cuarto productor de leche en nuestro país y eso se debe, en gran parte, a los menonitas, pues representa uno de sus ingresos principales desde que llegaron acompañados de su ganado Holstein. La producción de lácteos —crema, leche y queso— comenzó de manera regional, pero para 1931 la industria quesera ya se había convertido en una gran fuente de trabajo.
Actualmente, existen 24 queserías en Chihuahua que producen 70 toneladas diarias de queso que se vende en todo el país y, además, se exporta debido a su gran calidad. A mediados del siglo XX, comenzaron a plantar árboles frutales y pronto notaron que la calidad de las manzanas de la región era excelente. Para 1961, ya había cerca de 300 manzanos en los campos y en 2012 se registraron más de 200 mil árboles plantados por menonitas. Actualmente, Chihuahua ocupa el primer lugar de producción nacional de este fruto y su cultivo ha florecido, en cierta medida, a la migración de este pueblo que defiende sus principios con trabajo duro y en comunidad.