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Aún recuerdo aquel 17 de septiembre. Por primera vez, mis ojos contemplaron el encendido de un pebetero olímpico. Era Seúl 1988.
Durante la ceremonia de apertura, mientras miles de atletas desfilaban por la pantalla de televisión, una frase se quedó grabada en mi mente: citius, altius, fortius… “más rápido, más alto, más fuerte”. El inicio de Río 2016 me hizo recordar aquella frase y es que el lema olímpico también es perfecto para describir a la industria vitivinícola brasileña, cada vez más dinámica, superior, enérgica.
En los últimos 25 años, Brasil logró diferenciarse. Blancos vivaces, repletos de notas frutales; tintos frescos, con poca madera y fáciles de beber, así como rosados aromáticos y minerales, hoy brillan a la par de los afamados vinos espumosos brasileños, reconocidos alrededor del mundo por su consistencia y expresividad. A lo largo del Vale do São Francisco, zona tropical donde las vides se vendimian dos veces al año; Santa Catarina, la región productora de mayor altitud, y Campanha, con sus antiquísimos viñedos, es posible descubrir algunos de los secretos mejor guardados de la vitivinicultura actual. ¡Sí!, querido lector, al hablar de vino brasileño, la palabra clave es: diversidad.
Merlot, Chardonnay, Pinot Noir, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Tannat, Marselan, Touriga Nacional, Ancelotta, Arinarnoa, Pinot Gris… la lista de posibilidades es casi infinita. Eduardo Viotti, organizador del Wine Weekend São Paulo, repetía hace un par de meses: “Brasil se caracteriza por no tener una uva específica y ésa, justamente, es nuestra mayor ventaja. Somos un país multivarietal.” Más allá de la Serra Gaúcha, responsable del 85 por ciento de la producción nacional brasileña, es la Serra do Sudeste (en Rio Grande do Sul) la que ha empezado a cautivar la atención de propios y extraños. La región, considerada una de las más prometedoras de Brasil, se concentra en el cultivo de Merlot, Tannat, Ancelotta, Chardonnay, Pinot Gris… Inviernos duros y veranos cálidos, con pocas lluvias, así como una impresionante colección de suelos graníticos y calizos, dan a sus vinos un carácter notable.
“Oye Carlos, ¿estos vinos llegan a México?”. Pregunta difícil. Algunos importadores han empezado a introducirlos, sin embargo, la falta de conocimiento dificulta su comercialización. La labor más notable, debo decir, ha venido de parte de las churrasquerías brasileñas, populares entre carnívoros. Sin embargo, aún hace falta muchísimo trabajo para poder acceder a los más grandes vinos de Brasil en territorio nacional.
$412.00
En Club del Gourmet
Casa Valduga
Gran Identidade 2009
Arinarnoa, Marselan y Merlot
Zona de producción: Serra do Sudeste, Rio Grande do Sul.
Vista: rojo rubí intenso, muy brillante y de capa media.
Nariz: notas de cereza, frambuesa y ciruela negra, con un fondo de maderas finas.
Boca: ataque intenso, buena estructura y equilibrio; taninos finos y largo final.