El vino de California va más allá de las zonas de Sonoma y Napa. Esto lo comprobamos recorriendo la parte central del estado, viajando entre las montañas, el paisaje de lomas doradas e incontables zonas de cultivo. Ubicado justo en medio de las montañas de Gabilan y la cordillera de Santa Lucía, el Valle Salinas se ha convertido en una zona que desborda vino, gracias a la influencia fría de la costa del Pacífico, a la altura de la Bahía Monterey.
Tenemos ante nosotros una  vista de un viñedo extenso, verde y tupido de Pinot Noir, donde   conocimos a Gregory González, jefe de la operación del viñedo de la bodega Scheid. Es una mañana soleada, pero aún sentimos la brisa fría que refresca y mueve las  hojas de la vid. Escuchamos a Gregory hablar sobre las condiciones climatológicas particulares de la zona vinícola de Monterey, las cuales permiten que el fruto madure lentamente, con racimos parejos y de alta concentración de azúcar. Aquí, la temporada de crecimiento es dos veces más larga que en otras zonas  y, en este rubro, en el crecimiento de la uva y el entendimiento del suelo y el clima, Gregory tiene su dominio. “Estudié Sistemas de Información Geográfica en  California State University de Monterey Bay,” nos cuenta mientras arranca el motor, “quería ser futbolista, pero he estado involucrado en el mundo del vino desde hace siete años. Ahora, durante la época de crecimiento de la uva, mi oficina está en mi camioneta.”
 La ‘oficina’ de Gregory está llena de papeles, una computadora y dispositivos. Para él, el mundo del vino se traduce, entre otras cosas, en el manejo de la información. “Tenemos sensores colocados a lo largo y ancho del viñedo que nos alimentan información climatológica y de las condiciones del suelo directamente a nuestros dispositivos móviles. Por ejemplo, si un viñedo alcanza una temperatura o factor de humedad, sabemos exactamente a dónde dirigirnos y qué acciones tomar para el correcto manejo del viñedo.” Sí, esto es tecnología de punta aplicada a la agricultura, al mejoramiento en el crecimiento de frutos como la uva. ¿Esto se puede aplicar a cualquier cultivo?, le preguntamos a Gregory. “Sí. Todos tenemos algo en común y eso es que  ocupamos un lugar en la Tierra, bajo condiciones específicas. La aplicación de la información geográfica nos da la oportunidad de abrir  el entendimiento hacia lo que pasa en los cultivos y con cada variedad de producto; podemos  saber cómo responden a cada una a las variables de  clima y suelo.”

No se trata de una agricultura sin rostro. No. Estamos platicando con Gregory y él, a su vez, tiene comunicación con los granjeros y la comunidad de productores de la región. Esto es tecnología aplicada al vino y al campo, para validar el binomio de ciencia y naturaleza. “Existen anomalías que, aun para la ciencia, son incomprensibles, pero con estas aplicaciones podemos tener planes de contingencia y respuesta para  su  impacto en el viñedo. Esta área es muy afortunada. Tenemos suelos fértiles, agua, clima. Lo que es importante para la bodega Scheid es que mantengamos estas condiciones de crecimiento y todo lo que hacemos lo enfocamos con este propósito.”
Para Greg, la cosecha es su época favorita. Son dos meses intensos de trabajo, con jornadas que empiezan a las ocho de la noche y culminan al salir el sol. “Mi primer día de cosecha comienza con un plato de enchiladas verdes,” confiesa entre risas, “pero lo que más me gusta es ver el resultado. ¿Qué fue lo que hicimos en el viñedo? ¿Tuvo efecto en la botella? Por ejemplo, ahora aplicamos un poco de calor a la vid y este tratamiento ha mostrado sabores más complejos en el vino; tuvimos un Pinot Noir con más cuerpo y color porque éste tiende a mostrar las características del año. Hasta ahora, mi favorito, 2015 Pinot Noir de Scheid.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses