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Tras la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, el campo mexicano se vería sumergido en una crisis debido a la falta de apoyo a la producción interna.
La finalidad de este tratado era el de beneficiar a todas las partes involucradas por igual. Sin embargo, los años han demostrado lo contario ya que, en mayor medida, los pequeños productores agrícolas vieron mermanos sus ingresos, provocando el abandono de cosechas y del campo.
El silencio del maíz
El cultivo más prominente a nivel nacional y, por lo tanto, con mayor afectación debido a la entraba en vigor del TLC, fue el maíz. La conservación de su cultivo ha sido objeto de incontables debates, pues es un producto con una fuerte herencia social, económica, gastronómica y cultural. Los efectos a largo alcance del tratado todavía no cuentan con un análisis puntual, pues cabe destacar e la problemática agraría era un tema nacional desde la década de los setenta y ochenta.
Hasta finales de la década de los ochenta y principios de los noventa, la CONASUPO apoyaba el sector de los granos, pero con su privatización en 1989, el sector de venta se redujo considerablemente. Además, las barreras comerciales que años después impondría el TLC en cuanto a la exportación e importación de granos hacia países como Canadá y Estados Unidos, tuvieron gran impacto en la producción de maíz.
Con la reforma agraria y la llegad del Tratado de Libre Comercio se esperaba un freno en la siembra de este grano, lo cual también sería una amenza a la conservación de diversas variedades del maíz mexicano, sumando también la introducción de maíz transgénico . Actualmente, tanto el campo mexicano y el sector del maíz necesitan un programa de monitoreo y conservación de las variedades de maíz mexicano que frenen su eventual desaparición.
Numeralia
15
años fue el periodo otorgado para la desgravación del maíz.
