Abrir envolturas multicolores resulta emocionante. Los caramelos ya sean macizos o suaves son una pequeña dosis de felicidad para cualquier hora del día. Nos dan energía debido a la glucosa, causan buen humor porque al contener feniletilamina genera en el cerebro una secreción de serotonina y endorfinas que provocan un estado de bienestar. Son el cierre perfecto de cualquier comida, porque como dicen por ahí, una comida sin postre no es comida.
Willie Wonka es el líder de la industria dulcera y ha hecho que pensemos en ríos de chocolate, marcos de ventana con malvaviscos o paletas enormes. Es sorprendente cómo el azúcar puede transformarse en diferentes sabores y golosinas, desde una frágil nube de color rosado a un bastón que el dulcero astutamente atrapa en un palito de madera para darle forma pomposa o bien, de cómo por efecto del calor la nieve azucarada se broncea poco a poco hasta lograr un tono negro y amargo cuando se descuida.
Nubes de confitería
La transformación del azúcar es mágica, pero ¿cómo es que llegan los caramelos a nuestras manos? La caña de azúcar (Saccharum officinarum) es una planta caribeña que al tener un proceso de refinamiento se convierte en una montaña blanca con la cual endulzamos el agua de frutas o se elabora el azúcar glas cuando se pulveriza.
No siempre existió el postre
Antes de que llegara la sacarosa a México, durante la época prehispánica, los alimentos se endulzaban con miel de avispa y flores silvestres. De hecho, no existía la idea de postre como tal en aquellos tiempos, pero sí disfrutaban de un atole, fruta o tortilla bañada en miel. La idea de tener un momento dulce llegó con los españoles y su herencia árabe que nos aportaron los andaluces sobretodo en los conventos (los laboratorios de las monjas) espacio para ensayar delicias que aún existen: dulces de leche, garapiñados, los buñuelos, los besos y suspiros.
Al azúcar se le unió también por aquella época el chocolate y la repostería francesa del siglo XIX con los merengues y glaseados, de ahí el merenguero que pasa casa por casa con su charola metálica y bocados rosas pastel.
Los hard candy
En México las lagrimitas y los caramelos de anís son populares entre nuestros abuelos y padres; de colores llamativos, perfumados, los primeros de centro líquido. Los que nacieron en la década de los ochenta tal vez extrañen las piñatas llenas de chiclosos Kori con sabor chocolate, los macizos de cacahuate Tomy y los Sugus (con el clásico de sabor uva). Para los noventa, podrían entrar las cachetadas, una paleta aplanada de azúcar enchilada tan delgada como una hoja que había que envolver en su propio palito, las rocas agridulces dentro de un paquete de cartón del tamaño de una cigarrera, aquellos anillos de diamante sabor cereza o los terrones de azúcar con chile del tamaño de un bocado que se deshace en la boca. Los dulces son de épocas y gustos diferentes.
Cocadas Ingredientes de 10 piezas
1 pza . de coco rallado
Agua de 1 coco
1 tza de leche
350 g de azúcar
2 yemas de huevo
50 ml de ron
1 cdta de extracto de vainilla
Preparación
Con ayuda de un adulto hierve el coco rallado con el agua de coco, leche y azúcar durante 10 minutos a fuego medio y mueve con una palita de madera para que no se adhiera al fondo de la olla. Bate en un bowl las yemas de huevo con el ron y agrégalo poco a poco al coco sin dejar de mover.
Deja que hierva 10 minutos más.
Pide que te enciendan el horno a 180°C y con una cuchara forma montoncitos de la mezcla y mete al horno hasta que dore la superficie (15 min. aproximadamente).
Deja que enfríen y envuélvelos en papel celofán.
Limón con coco Ingredientes para 10 limones
1 kg de limón de cáscara gruesa
1.5 lts de agua
750 g de azúcar refinada
¼ cdta de cal
Preparación
Lava los limones y tállalos ligeramente con piedra pómez para evitar que amarguen.
Pártelos a la mitad y retira la pulpa con cuidado.
En una olla agrega las cáscaras con la cal y cubre con agua, deja reposar todo un día.
Enjuaga con agua limpia de forma abundante.
En el litro y medio de agua agrega el azúcar, pide a un adulto que te encienda la estufa a fuego medio y deja hervir por una hora, se debe formar un almíbar ligera.
Agrega las cáscaras de limón durante una hora y escúrrelas en un colador metálico, déjalas reposar durante todo un día. Al día siguiente vuelve a hervir el almíbar y deja en ebullición los limones durante dos horas con el almíbar del día anterior.
Deja escurrir nuevamente por un día y vuelvelas a hervir hasta que se consuma el almíbar.
Escurre los limones y rellena con la receta del coco rallado.
Palomitas acarameladas
Ingredientes de 10 piezas
1 tza de grano de palomitas de maíz
1 cdta de mantequilla sin sal
1 ¼ tza azúcar morena
1/3 tza de jarabe de maíz
¼ tza de agua Pizca de sal
¼ cdta de polvo para hornear
1 cdta de extracto de vainilla
Preparación
Precalienta el horno a 100ºC.
En una olla con una cucharada de aceite caliente pon los granos de palomitas a que reviente.
Pide a un adulto tape y mueva la olla mientras revientan.
En una olla agrega el agua, azúcar, jarabe de maíz, mantequilla y sal a fuego medio, mueve con una pala de madera hasta que el azúcar quede disuelta.
Deja que hierva por tres minutos y después agrega el polvo para hornear y el extracto de vainilla.
En un bowl mezcla las palomitas con este jarabe y revuelve hasta que todas las palomitas estén impregnadas con este preparado.
Con ayuda de dos tenedores haz bolas del tamaño de tu puño y ponlas sobre una charola engrasada previamente.
Pide que enciendan el horno a 110°C y mete las palomitas durante 45 minutos.