Aunque de profesión es ingeniero químico, Pedro Poncelis Brambila de oficio, pasión y conocimiento es maitre sommelier. También, es conocido por haber creado la cava más grande de América Latina en un importante hotel de la ciudad de México, la cual cuenta con 2 mil 500 etiquetas, 250 mexicanas; y recientemente, por ser productor de su propio vino.

“Le digo a mis alumnos que he estudiado más de vinos que de ingeniería química en la universidad. Les recomiendo estudiar y leer, prepararse para destacar, ya después llegarán las  oportunidades y los reconocimientos. Es una carrera que me ha dado grandes satisfacciones, me ha
permitido conocer a muchas personas tanto de nuestro país, como del extranjero, visitar las principales regiones vinícolas del mundo, bodegas y viñedos, todo ha sido verdaderamente maravilloso”, expresa en entrevista para El Universal. 

“Afortunadamente, la sommelería en México es una realidad, varias instituciones universitarias tienen programas de formación para los jóvenes, además de la formación de gastronomía, hotelería y turismo. Me siento orgulloso de contar con alumnos que hayan superado al maestro en conocimiento y habilidades y que vayan a llegar muy lejos”, agrega.

Las bases

Al inicio de su historia, Don Pedro comenzó a trabajar como químico en una empresa de vinos y bebidas, donde aprendió, entre otras cosa, a catar. Poco a poco obtuvo experiencia, afinó su paladar y en la década de los 80 comenzó a viajar por el mundo para conocer viñedos. En 1996 ganó el Primer Concurso Nacional de Sommeliers de México y el siguiente año fue el representante nacional en el Gran Prix Sopexa, en París.

Así, durante 45 años, su carrera se llenó de éxitos y el más reciente, en 2011, fue la creación de su propio vino: D’Poncelis. “Lo hago junto con mi hijo. Está hecho con Cabernet Sauvignon y Tempranillo con 18 meses de barrica; es un vino añejo y selecto. La verdad, es una inversión fuerte, pero lo que nos importa es que es un proyecto a largo plazo, es el legado para mi familia, para mis hijos, para mis nietos. Ya si ellos le dan continuidad qué bueno, yo lo estoy disfrutando plenamente”, afirma el experto. 

“Mi hijo también es un sommelier. En 2000 fue reconocido como el mejor mexicano, representó a nuestro país en Canadá. Él decidió dejar el servicio para dedicarse a hacer vino, no es enólogo, pero estudió las bases tanto en Baja California, como en Napa Valley, y hoy en día es el alma del proyecto. Está cerca de los agrónomos, cuidando las parcelas, el proceso de vinificación, ya tenemos nuestra propia bodega, y supervisa desde la recepción de la uva, hasta llevar el vino al transportista para nuestro distribuidor y que lo lleve al mercado”, añade.

En México

Respecto al vino mexicano, el experto en vinos asegura que está en auge porque del total del consumo de vino, el 35% es nacional. “Claro que no es suficiente, seguimos estando con un consumo per cápita reducido, pero está aumentando, ya que andamos por el medio litro estábamos en 250 mililitros, estamos hablando de un aumento bastante significativo del 100%”.

Considera que es buena señal, además “ aprecio que los restaurantes de nuestro país estén respondiendo apoyando el vino mexicano. Hay desde 300 pesos, hasta 8 mil  la botella y cuando un consumidor paga 8 mil pesos es porque reconoce sus cualidades y su calidad, eso es muy importante. Además, detrás de una botella de vino hay trabajo, inversión, tiempo, esfuerzo y pasión, de otra forma no habría ningún vino en el mercado”.

Poncelis Brambila, aunque jubilado, continúa su trabajo en el Hotel Presidente Intercontinental, y no descarta la posibilidad de emigrar a Ensenada para seguir disfrutando del vino y todos sus procesos. 

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