Más Información
Familias de desaparecidos en Mazatlán irrumpen en evento de Sheinbaum; mandataria promete atender peticiones
Sheinbaum responde a Trump sobre declarar a cárteles como organizaciones terroristas; rechaza injerencia extranjera
PAN exige renuncia de Rubén Rocha Moya; Claudia Sheinbaum sigue protegiéndolo en “complicidad vergonzante”
No cesaremos ni nos rendiremos en nuestro llamado a la paz y justicia: Iglesia; pide ser persistentes en exigencia
En la noche del jueves 30 de mayo se escribió, a través de un tuit, un nuevo capítulo en la relación económica y comercial entre México y Estados Unidos (EU): la amenaza iniciada por nuestro vecino del norte mediante la imposición de aranceles a todas sus importaciones provenientes de México.
Este planteamiento de nuestro socio comercial está contaminado por los temas de migración y narcotráfico; es decir, los asuntos económicos están siendo envenenados por una agenda de asuntos sociales y de seguridad.
Ante los tiempos, el asunto demanda un tratamiento profundo considerando que los daños pueden ser expansivos. El anuncio del mandatario estadounidense ofende una historia comercial que, más allá de los vaivenes entre vecinos, se ha caracterizado por el respeto mutuo y la solidaridad regional.
El intento de medida carece de todo sentido o de lógica política y económica, ya que por un lado se contrapone con la ratificación del T-MEC que sólo para no obviar es un tratado que busca la eliminación de aranceles; y por el otro, mediante el argumento social y de “seguridad nacional”, pretende presionar a México para reforzar la seguridad que comparten en la frontera y reducir la migración ilegal.
Sírvase la presente para invitar a nuestros amigos lectores a compartir cualquier teoría que sustente la relación entre migración y comercio internacional.
Para Estados Unidos, más allá de coincidir con la negativa del Congreso para fondear el muro fronterizo entre ambas naciones y la reelección que se aproxima para 2020, la imposición de aranceles, además de representar un disparo en su propio pie, es un costo elevado que afectaría al comercio regional, a las empresas exportadoras —por cierto, estadounidenses también y posibles donantes de campaña— y en última instancia a los consumidores en EU.
A manera de ejemplo, al cierre de 2018, de acuerdo con datos del Inegi, México exportó un total de 450.7 mil millones de dólares (mdd), de los cuales 358.3 mil mdd se dirigieron a EU; es decir, 79.5% del total de mercancías.
En cálculos oportunos, de aplicar 5% a nuestras exportaciones durante el segundo semestre, el costo ascendería a 11 mil mdd para el cierre de 2019; no obstante, hacer un cálculo solamente por la imposición de 5% a todas nuestras exportaciones sería una Espada de Damocles para México y Estados Unidos, es decir, un peligro inminente como una espada sobre nuestra cabeza que en cualquier momento caerá sobre nosotros.
De aplicar 25% a nuestras exportaciones, el costo ascendería a más de 50 mil mdd, sin considerar las sanciones por incumplimiento del vigente TLCAN. Sólo como referente, las exportaciones de la industria automotriz están valoradas en aproximadamente 90 mil mdd anuales; en el peor escenario, los aranceles representarían tan sólo para el segundo semestre del año, más de 55% de las exportaciones de dicho sector.
Para México el impacto sería altamente considerable. Con datos de Bloomberg, en primera reacción, el tipo de cambio sufrió una depreciación intradía de alrededor de 2.4% al pasar de 19.14 pesos por dólar a 19.60; sin embargo, de concretarse la aplicación, es posible que el peso mexicano se deprecie hasta niveles próximos a los 20 pesos por dólar. Por otro lado, las ya deterioradas perspectivas económicas de crecimiento también sufrieron bajas al apuntar a pronósticos en el orden de 1% anual con clara tendencia a la recesión
No obstante, el mayor impacto en el mediano plazo sería la industria mexicana en la que, independientemente del nivel de contenido nacional de las exportaciones y de la sensibilidad del sector, afectaría al sector automotriz, eléctrico-electrónico y agroindustrial que en suma representan un mercado de exportación superavitario cercano a los 200 mil mdd anuales; es decir, aproximadamente 60% del total de las exportaciones. Y aunque de menor peso exportador, pero de mayores consecuencias se ubican las industrias de textiles, aluminio, cemento, química y siderúrgica.
Cabe mencionar a los impactos anteriores habría de sumar la posible desarticulación de las cadenas productivas en los sectores clave en el país, el potencial descalabro que sufra la Inversión Extranjera Directa y los mayores desequilibrios en balanza comercial y cuenta corriente e inclusive los impactos a los empleos generados.
En esta semana, los negociadores mexicanos (Economía y Relaciones Exteriores, principalmente), se reunirán con su contraparte de EU con el objetivo de encontrar una solución conjunta para el fenómeno de migración en la frontera más transitada del mundo y con ello evitar un escenario expansivo de perder-perder para ambos países y para la competitividad del bloque regional en su conjunto. Coincidimos, la capacidad de negociación de ambos países es crucial.
México y su industria deben buscar con mayor fuerza la ampliación de mercados a través de los puentes ya creados, y bajar la dependencia de la frontera norte, buscando una constante generación de empleos que mitiguen los desequilibrios sociales que llevan a la migración, así como el tema de consumo relacionado con el narcotráfico.
Asimismo, es nuestro deber sumar experiencia y conocimientos para hacer frente a una contaminación peligrosa y expansiva de nuestra relación comercial y económica.
Vicepresidente de Consultores Internacionales SC