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¿Cómo lograr que la economía mexicana crezca a una tasa del 4% anual? ¿Cómo generar las condiciones económicas para reducir los niveles de pobreza y alcanzar mayor desarrollo económico? ¿Cómo asegurar la sostenibilidad energética?, y más en concreto aún, ¿cómo apuntalar financieramente a Petróleos Mexicanos? Todas estas preguntas tienen una respuesta en común: inversión.
En la presente década, los resultados financieros de Pemex se han deteriorado gradualmente debido a diversos factores: la disminución de sus ingresos motivada por la caída de los precios internacionales del petróleo, así como el declive en la plataforma de producción (entre el periodo 2004-2018, la producción petrolera acumuló una caída de 45.8%, la mayor a nivel mundial); el incremento en la importación de petrolíferos, principalmente de gasolinas; el constante lastre que representa la deuda y sus compromisos fiscales; la disminución del valor de su patrimonio y la creciente nómina de funcionarios.
No obstante, los últimos meses para Pemex han sido más que adversos económicamente y simulan el protagonismo novelesco de la crónica de una quiebra anunciada. Desde luego que el objetivo es recuperar a la paraestatal más importante del país; sin embargo, las decisiones tomadas por el gobierno federal y las señales que en respuesta envía el mercado no le auguran un futuro sostenible.
Ha quedado lejos aquel 10 de julio del año 2017, día en el que Pemex organizó en Houston, Estados Unidos el Día del Farmout como parte del Plan de Negocios 2017-2021 que se enfocaba en la rentabilidad de la empresa mediante aprovechar las ventajas tecnológicas de aliados estratégicos y, con ello, ser más eficiente en sus proyectos de ejecución, producción e inversión.
Sin embargo, a poco menos de dos años, el pasado jueves trece, la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) anunció la cancelación de los farmouts de Pemex; o dicho de otra forma, la cancelación de la licitación para buscar inversionistas estratégicos en siete áreas en tierra: 1) Artesa, 2) Babel Gasífero, 3) Bacal Nelash, 4) Cinco Presidentes, 5) Giraldas Sunuapa, 6) Juspí Teotleco y 7) Lacamango.
Pero a todo esto, ¿qué son los farmouts? Los farmouts son asociaciones público-privadas que le permitirían a Pemex explorar mayores yacimientos petroleros para estabilizar e incrementar gradualmente la producción petrolera, a través de compartir riesgos financieros, tecnológicos y geológicos.
Actualmente, la paraestatal cuenta con tres farmouts vigentes: en Cárdenas Mora con la firma egipcia Cheiron; en Ogarrio en Tabasco con la alemana Deutsche Erdoel y en Trión con la australiana BHP Billiton. En diciembre, la CNH aplazó las ahora canceladas licitaciones de farmouts, así como dos subastas competitivas que estaban previstas.
Lastimosamente, Pemex es la empresa petrolera más endeudada del mundo con obligaciones financieras que suman más de 106.5 mil millones de dólares (mdd) acumuladas en más de 130 emisiones de deuda. El tamaño de la deuda es tal, que representa 86.5% del total de activos. Empero aún, la degradación de la calificación de la deuda a nivel basura, provoca mayor aversión al riesgo por parte de inversionistas (derivado de la probabilidad de impago del sus obligaciones e intereses) y da como resultado un financiamiento más caro por la exigencia de primas de riesgo más altas.
En resumen, además del financiamiento, los esquemas de coinversión representaban una solución de liquidez e inversión para la exploración y explotación; sin embargo, la cancelación desarma toda estrategia financiera a la vez de que envía señales de incertidumbre a los posibles inversionistas.
El horno no está para bollos y Pemex no está para darse el lujo de rechazar esquemas de coinversión. El objetivo de elevar la actual plataforma de producción de hidrocarburos de 1.6 millones de barriles de petróleo por día a entre 2.4 y 2.6 millones, como lo pretende la actual administración, requiere de la inyección de capital. Empero lo anterior, las decisiones de cancelar las licitaciones heredadas de la Reforma Energética, las endebles proyecciones financieras presentadas recientemente, así como la decisión de financiar la refinería de Dos Bocas en Tabasco (anteponiendo los recursos a la producción de crudo), ponen en sería encrucijada a la paraestatal y en el fondo, a la seguridad energética y también la estabilidad del país.