El pasado jueves un hombre mata a dos mujeres—su madre y su hermana—en las cercanías de París. La agencia de noticias de ISIS, Amaq, se apresura a reclamar la autoría del atentado, indicando que éste fue motivado por los llamados de esa organización para atacar a civiles de los países que se encuentran en guerra con el grupo terrorista. Horas atrás, el líder de ISIS, Bagdadi, había hecho una nueva convocatoria a los seguidores de la agrupación para actuar contra “enemigos” en donde quiera que éstos se encuentren.

La semana previa, en Afganistán, un ataque suicida a un centro educativo, perpetrado por la rama local de ISIS, terminó con la vida de 48 personas e hirió a casi 70, casi todos niños. Unas semanas antes, en Siria, ataques suicidas de ISIS mataron a 255 personas en un mismo día, incluyendo 142 civiles. Podríamos seguir, pues en lo que va del año, ISIS (incluidas sus diversas filiales y seguidores) ha llevado a cabo 251 atentados que han provocado cerca de 2 mil muertes y miles de heridos más.

Estas cifras son, sin duda, considerablemente inferiores a las de los años previos, pero reflejan que, a pesar de sus pérdidas, la organización conserva una muy activa red que opera no solo en Siria e Irak, sino en al menos 26 países diferentes, la cual sigue contando con grupos e individuos que se manifiestan como adherentes dispuestos a seguir cometiendo ataques en su nombre. Ya para estas alturas debimos comprender que el mermar grupos terroristas sin atender los factores de fondo que los engendran, termina por favorecer su supervivencia, resurgimiento o bien, su mutación. Así que vale la pena efectuar un balance actualizado de la red de ISIS y comprender la fase en la que se encuentra la organización.

En efecto, eso que yo he llamado “ISIS-matriz”, es decir, su centro de operaciones en Siria e Irak, se encuentra muy disminuida. La agrupación llegó a controlar una tercera parte del territorio iraquí y la mitad de Siria. Gracias a la coalición aérea formada por Estados Unidos y sus aliados, además de los bombardeos de Rusia, así como al combate terrestre llevado a cabo por los ejércitos de Irak y de Siria, de las milicias chiítas respaldadas por Irán, y de las milicias kurdas financiadas y entrenadas por Washington, ISIS ha perdido casi todo el territorio que controlaba, situación que ha finalizado con su etapa de pseudo-estado y de ejército invasor. Con ello, ISIS pierde rutas de abasto de recursos, mercancía y combatientes, pierde la mayor parte de sus capacidades de emplear redes de tráfico de personas, productos ilícitos, combustibles y otros artículos. Todo eso, por supuesto, ha reducido su poder económico, político y militar de manera notable.

Dicho lo anterior, es indispensable comprender que organizaciones como ISIS, normalmente trazan metas de muy largo aliento. Ante los ojos de cualquier analista o militar, experto o no, era absolutamente improbable que ISIS estuviese pensando en controlar de manera permanente, mediante 30 mil combatientes, casi el 50% del territorio de dos estados miembros de Naciones Unidas fuertemente respaldados con armamento, financiamiento, tropas y apoyo aéreo por parte de coaliciones de potencias extranjeras como Estados Unidos (en el caso de Irak) o Rusia (en el caso de Siria).

Creer que las estrategias de largo plazo que diseñaron los líderes de ISIS iban en esa dirección, es entender poco acerca del jihadismo y de sus metas futuras, las cuales tienen que ver más bien con un crecimiento paulatino, hasta la eventual penetración de cada vez más sociedades en aras de, mucho más adelante, alcanzar a establecer un califato global.

Lo que ISIS sí consiguió a partir de su separación de su agrupación madre, Al Qaeda, y lo que sobrevive gracias a sus logros, son aspectos como los siguientes: (a) posicionar su nombre, “Estado Islámico”, como la organización que arrebata el liderazgo de la jihad global a Al Qaeda, lo que le permite competir eficazmente con ésta por recursos, reclutas y seguidores; (b) construir, a partir de ello, una narrativa ganadora que favorece la adhesión de una serie de agrupaciones locales—grandes y pequeñas—en decenas de países que deciden atacar civiles, o combatir a ejércitos, cuerpos de seguridad, y a otros actores locales o internacionales, pero siempre empleando su nombre, lo cual proyecta el sentimiento de que la organización es omnipresente y omnipotente, muy a pesar de todas sus pérdidas territoriales.

Esto aporta a ISIS una energía tal, que le permite sobrevivir gracias a lo que muchos hacen empleando su marca; (c) por tanto, ISIS teje una red que es primero, material, una red de establecimientos reales, la cual consiste en: (c1) “provincias” del “Estado Islámico” (filiales como la de Yemen, el Sinaí, Afganistán o Nigeria), (c2) múltiples células y grupos menores, como las que atacaron París o Barcelona, y (c3) un importante número de seguidores quienes de manera planeada o espontánea, deciden o pueden decidir cometer atentados de menor escala en lugares tan lejanos a la “matriz” o sus “provincias” como Canadá o Australia; (d) ISIS establece, además, una red no-material, una red virtual, que desarrolla una brillante capacidad para comunicar, atraer, e incluso instruir y dirigir a esos seguidores a distancia, a fin de que éstos encuentren los mejores momentos, espacios y métodos para cometer ataques en su nombre. Mediante esta última faceta de la agrupación—lo que se ha denominado el Califato 2.0 o el Califato Virtual—ISIS revolucionó la radicalización, el reclutamiento y le quitó el adjetivo de “solitarios” a muchos de los famosos “lobos” o atacantes individuales desvinculados de cualquier organización.

Esto, para ponerlo claro, coloca al movimiento jihadista en una nueva fase, muy superior a la de las décadas previas. Es decir, es cierto que si comparamos al ISIS de hoy con aquello que logró durante el pico de su poder (2014-2015) muy probablemente la conclusión sería que esta agrupación está siendo derrotada. Pero si, en cambio, miramos un panorama más amplio, y comparamos al ISIS del 2018, con aquello que ese mismo grupo era en 2011 cuando solo operaba en Irak y estaba afiliado a Al Qaeda, o incluso cuando contaba con sus mayores capacidades hacia 2007-2008, su poder actual se encuentra en otra dimensión.

Entender lo anterior nos debería permitir diseñar mejores respuestas en al menos tres sentidos. Primero, no considerar que por haber arrebatado el territorio que la organización controlaba, ésta ha perdido su fuerza para seguir atacando, como lo hizo durante años, desde la clandestinidad, desde el seno de las sociedades (en Medio Oriente, Asia y África, o fuera de estos territorios), por lo que diagnósticos frescos, renovados y adaptados a la fase actual de la red, deben seguirse efectuando de manera colaborativa entre agencias de inteligencia y de seguridad a nivel internacional.

Segundo, del mismo modo, se requiere actualizar las herramientas de trabajo social y desradicalización de potenciales seguidores de la red, tanto diseñando estrategias para una labor mucho más efectiva en el universo virtual, como efectuando trabajo comunitario y de raíz en todos aquellos sitios en donde la organización ha conseguido penetrar. Por tanto, las agencias gubernamentales e internacionales, necesitan implementar medidas para la inclusión e integración socioeconómica y política de aquellas comunidades de donde la mayor parte de militantes de ISIS procede, además de colaborar de manera activa con las organizaciones civiles y religiosas de los sitios más vulnerables.

Y tercero, los principales factores que mueven al terrorismo y le producen fértiles caldos de cultivo son el conflicto armado y la inestabilidad, además de la violencia perpetrada por los estados (GTI, 2017).

Ahí, en aquellos sitios que son los menos pacíficos del globo como Irak, Siria, Afganistán, Somalia, Libia o Yemen, entre varios más, las respuestas no se encuentran en “soluciones” que alimenten las llamas de esa inestabilidad, sino en coadyuvar con procesos que favorezcan la estabilización y la construcción de estructuras e instituciones que favorezcan la paz de manera permanente. De lo contrario, ya sea ISIS o bien, agrupaciones similares, siempre encontrarán cómo sobrevivir, crecer y reproducirse.

Twitter: @maurimm

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