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Conocí a María de los Ángeles Moreno en noviembre de 1997. Ella era líder del Senado de la República. Acabábamos de aprobar, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, una iniciativa de reforma al Estatuto de Gobierno del DF.
En mi calidad de Presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa, le informé que la iniciativa mencionada iba con la fuerza del consenso. Le pedí su apoyo para que fuera aprobada por el Senado. Encontré a una mujer firme, serena y atenta. Así fue. Aquella reforma se aprobó por consenso en la Asamblea Legislativa, en la Cámara de Diputados y en el Senado.
Unos cinco años después, invertidos los papeles, en la Cámara de Diputados recibimos a María de los Ángeles Moreno como líder de la Asamblea Legislativa. Beatriz Paredes era la presidenta de la Cámara. La diputada Moreno llevaba bajo el brazo una iniciativa que por consenso se había aprobado en la Asamblea, para una nueva reforma política de la capital con la cual la Asamblea se incorporaba al Constituyente Permanente. La Cámara de Diputados la aprobó, pero no el Senado en aquel momento. Pasaron 15 años para tener una nueva oportunidad en la capital.
María de los Ángeles Moreno fue mujer comprometida con la democratización de la Ciudad de México y con todas las versiones de reforma política que le tocaron como legisladora local y federal, y como dirigente política. En la ciudad, además, María de los Ángeles fue un factor de estabilidad política en una época de recomposición de todas las fuerzas. El país se abría a la primera alternancia. Gobernaba la Ciudad de México el actual Presidente de la República. La Asamblea carecía de una mayoría absoluta.
Aún como representante de un partido, que era opositor a nivel federal y a nivel local en aquel momento, María de los Ángeles Moreno estableció una interlocución eficaz y fructífera con el mandatario capitalino y ayudó a generar las mayorías que se requerían para las ambiciosas reformas sociales de la ciudad, como la creación de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, el Instituto de Educación Media Superior o la pensión universal de los adultos mayores. La ciudad contó con su colaboración.
Dice Michel Foucault: “lo que define el ejercicio del poder es que se trata de un modo de acción sobre la acción de otros. Por eso los otros deben ser totalmente reconocidos y deben mantenerse como sujetos de acción permanentemente. El poder solo se ejerce sobre sujetos libres y mientras son libres. No puede haber relación de poder sin puntos de rebeldía, sin resistencia. Debe haber libertad para que el poder se ejerza. También desde el tejido social se pueden articular estrategias, campos de acción posibles, sobre la acción de los otros, que pueden convertirse en relaciones de poder. Por ello, exterminar al otro no es una relación de poder. En el exterminio del otro, lo que existe es la ausencia de poder”.
Esta reflexión de Foucault lleva a una conclusión: es importante que la opción política de la que fue dirigente María de los Ángeles Moreno sea un referente vivo y actuante, indispensable en los equilibrios y balances del país y de la oposición. Que la fuerza de la pluralidad sea el mejor homenaje a una mujer de Estado: María de los Ángeles Moreno.
* Discurso pronunciado en el homenaje póstumo del Senado a María de los Ángeles Moreno.
Presidente del Senado