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Este fin de semana, la Ciudad de México y el país entero entraron a una crisis ambiental derivada de múltiples incendios forestales. En Jalisco, en San Luis Potosí, en Chihuahua, en Chiapas, en todas partes, México arde. Sus bosques son consumidos por el fuego. Y el gobierno mexicano se alza de hombros, mira a otra parte, se concentra en “la mañanera” y parece que nada hace. Es cierto que existen determinados eventos que pueden estar más allá de las circunstancias o del control de gobierno. Sé que hay a quienes les da por pensar que los incendios forestales son inevitables, y que nada hay que hacer respecto de ellos, y que no tenemos ninguna responsabilidad, y tampoco el gobierno. Pero, ni los incendios son ajenos a la mano de los seres humanos, ni el gobierno de López Obrador es ajeno a los incendios que están ocurriendo. En primer lugar, porque los incendios, en una abrumadora mayoría, son provocados por acciones y omisiones humanas: malas prácticas agrícolas (la quema para cultivar), fogatas, caza de roedores, basura, etc. Y en sentido más remoto, olas de calor como las que estamos viviendo son una clara manifestación del cambio climático que también ocurre por causas humanas y por las emisiones de los llamados Gases de Efecto Invernadero que producimos los seres humanos con nuestra actividad, en especial después de la revolución industrial.
Pero aun asumiendo que el Gobierno Federal no es el causante directo de los incendios que estamos sufriendo, el Gobierno Federal tiene una responsabilidad con lo que está ocurriendo.
Primero y fundamental, la política presupuestal que ha sacrificado todo lo indispensable para la mejor convivencia: Seguridad, Salud (los hospitales están sin medicinas y con menor presupuesto) y por desgracia, menos presupuesto en materia ambiental. Todo para darle paso a un sistema que crea dependencia económica —por no decir, esclavitud— para el beneficiario, inhibe crecimiento en responsabilidad y experiencia personal, y sobre todo le da apoyo electoral, a mi juicio ilegítimo, al gobierno.
En efecto, desde el invierno hasta la primavera, una buena parte del presupuesto federal de empleo temporal se canalizaba precisamente para prevenir incendios forestales. Con el programa de empleo temporal, cientos de miles de mexicanos de las comunidades rurales más apartadas subían al monte a clarear bosques, a desbrozar veredas, a abrir nuevas brechas contra fuego, a retirar ramas, árboles caídos y basura dejada por paseantes. Pues bien, el Gobierno Federal CANCELÓ LA PARTIDA DE EMPLEO TEMPORAL PARA LA PREVENCIÓN DE INCENDIOS.
Y una vez ocurrido el incendio, además de que el empleo temporal permitía contratar brigadistas para combatirlo, la Comisión Nacional Forestal destinaba una buena parte de su presupuesto a combatir los incendios forestales. Y la mala noticia (¡una más!) es que el Gobierno Federal redujo el presupuesto para Conafor. De por sí el gobierno anterior redujo drásticamente estas partidas para la agencia del cuidado de los bosques y selvas de México, López Obrador lo redujo en casi 60% menos que el presupuesto del 2012 cuyo presupuesto fue de $6,813 millones de pesos. Este año, la Conafor tuvo un presupuesto de 2,765 millones de pesos, es decir, la tercera parte de lo que tuvo hace 7 años. El resultado es que los incendios se multiplican por la falta de prevención y por la insuficiencia de recursos para combatirlo. Y eso sí es responsabilidad del gobierno.
Además, hay que agregar todas las decisiones que están contribuyendo claramente al cambio climático pues en lugar de cumplir los compromisos de bajar emisiones en México, está generando más emisiones. Por ejemplo, la tala ilegal de más de 300 hectáreas de mangle para hacer la refinería de Dos Bocas, o la cancelación de subastas de energía renovable, o la vuelta a la generación de carbón, son retrocesos en la lucha global contra el cambio climático.
A este gobierno no le importa el medio ambiente.
Abogada