El Estado tiene como uno de sus deberes fundamentales el proteger a los ciudadanos, para ello tiene la fuerza pública. El gobierno de México debe saber que su responsabilidad indeclinable es garantizar que las personas puedan ejercer sus derechos y libertades sin la amenaza de la violencia y el delito.
Hoy, el Estado en México evade la responsabilidad y lo que hemos visto es un esfuerzo que parece más dirigido a la desaparición de las instituciones (cuidado con esa apuesta peligrosa) que al fortalecimiento de los órganos encargados de la seguridad.
La semana pasada, el colectivo “Las Hijas de la Mx” organizó un muy buen foro sobre seguridad que se llevó a cabo en el Senado de la República. Entre los ponentes estuvieron Alejandro Hope y Emiliano Robles, quienes resaltaron la importancia de trabajar con las policías estatales y municipales. Tuve la oportunidad de asistir. Voy a hacer referencia a la primera intervención.
Alejandro Hope señaló tres importantes puntos que comparto en su totalidad: que sí hay una crisis de seguridad, que el Gobierno no está atendiendo la crisis y que la Guardia Nacional no está resolviendo el problema.
La crisis de seguridad existe, y debe asumirse como tal. Es cierto que en los seis años anteriores no se dio el presupuesto necesario, ni se fortaleció a la Policía Federal, pero de nada va a servir culpar a lo anterior. Los datos actuales son claros y se incrementan.
No se está atendiendo la crisis de seguridad. Y aquí quiero aclarar que no es lo mismo hablar del tema que atender el tema. Además, decir que la pobreza es la causa de los secuestros, extorsiones y hasta de la ineficacia del gobierno, es una irresponsabilidad y una injusticia. Lo único que se logra es criminalizar la pobreza y eso no es justo, además de no ser cierto. Así es que todos esos programas de transferencia directa incondicional ni acaban con la inseguridad ni sacan de la pobreza a las personas. Equivocar el diagnóstico es un error constante de las decisiones de este gobierno.
Finalmente, la Guardia Nacional no resuelve el problema porque parte de la destrucción de las instituciones. Asistimos a muchas simulaciones y a la destrucción de la Policía Federal, y quizás de otras más. Las tensiones dentro de la Guardia Nacional serán incontrolables empezando por las administrativas para las que no parece haber ningún plan que integre un elemento mínimo de comprensión tanto en lo administrativo como en lo humano.
Es cierto que estuvo bien que las tareas de seguridad dejaran de estar relegadas a la burocracia de la Secretaría de Gobernación. Sin embargo, el cambio de estructura dentro de la administración pública se está haciendo entre simulaciones y desorden. Deben respetarse las instituciones que integran la Guardia Nacional y fortalecerlas por lo que es necesario revisar y mejorar los protocolos de ingreso, ascenso, profesionalización y control de confianza; y, además, la estrategia debe incluir un proceso amplio de reformas a las policías de los estados y los municipios en el que cumplan unos mínimos institucionales desde el reclutamiento hasta las remuneraciones y prestaciones.
Sé de la fuerza que puede tener el Estado mexicano, yo no me resigno a aceptar la violencia para siempre. Estoy segura que podemos lograr que las mujeres y los niños dejen de ser objeto de violencia y abuso; que los jóvenes y sus familias dejen de ser víctima de secuestros y extorsiones; sé que los ciudadanos merecemos sentir al Estado mexicano de nuestra parte. Pero no nos pidan optimismo si vemos simulación, desorden, negación, desconocimiento y hasta falta de comprensión humana a quienes prestan servicios a la Patria a través de la Policía y de las Fuerzas Armadas.
Abogada