En varios momentos he sido testigo del miedo, de la molestia, de la desesperación, de la incertidumbre que en muchas partes de México se está viviendo. Los temas son más o menos variados, pero especialmente están centrados en la economía, inseguridad e injusticia. Hay una especie de consenso en algunos grupos de que la democracia está en riesgo y que el abuso del poder ilimitado que se le dio a una sola persona en México ha sido interpretado por el poder como si se le hubiera regalado un juguete a una persona para que hiciera lo que fuera. Pero México no debe ser juguete de nadie y nadie tiene derecho ni a comprar ni a manipular a los mexicanos. Aunque se tenga el 80% o el 90% de popularidad.
Para muchos, es claro que estamos en riesgo de perder libertades y vivir un retroceso de más de 30 años en términos económicos y de cultura política. Algunos ciudadanos —demasiados— que preguntan: “¿qué hacemos?”, inmediatamente encuentran todos los pretextos para nada más quejarse y no dar el paso para participar. Desgraciadamente, las redes sociales que, son un gran instrumento de expresión, a veces se convierten en el obstáculo principal de la participación efectiva. El llamado que hago es a una auténtica participación que busque generar un instrumento político que permita hacerse presente en la vida política del país. Pero para ello, se requiere participación ciudadana y no sólo en términos de organizaciones sociales sino de participación en la política.
Nuestra sociedad sabe que México requiere más que una participación fuerte en las redes sociales, más que una denuncia. No le quitemos mérito a la denuncia cotidiana en redes, pero no sustituye la participación a través de la organización que supone ponerse de acuerdo entre las personas para crear un instrumento que permita acceder, ejercer o vigilar el poder.
La vocación política del ser humano parte de su naturaleza humana, es la propia tendencia a buscar el bien, la que nos habla de la necesaria participación. Se trata además de una naturaleza social que tiene su mejor expresión en la participación política siempre que ésta última se defina desde el servicio, desde la construcción del bien común y no desde el poder. Cuando a la política le integramos valores como la honestidad, la verdad y la congruencia, le damos el verdadero sentido que permite construir el bien común. Participar en la construcción del bien común es un deber ético del ser humano.
Hoy la vida pública exige una respuesta generosa de los ciudadanos para poner a disposición de México las capacidades y la fuerza espiritual, intelectual y ética al servicio de la búsqueda del mejor bien posible para nuestra patria.
Pero además de este deber ético, hay determinadas circunstancias que nos obligan también a participar. Participar en la política a través de la creación de una organización como México Libre es urgente, necesario y no hay otra idea mejor.
Uno, es urgente por los tiempos que estamos viviendo. Lo sabemos. Pero también es urgente porque la ley nos da sólo esta oportunidad cada seis años. Es decir: si no hacemos un partido político este año, no lo vamos a poder empezar a hacer sino hasta enero del año 2025. Sí: hasta el 2025, así lo dice la ley. Hagámoslo.
Dos, es necesario, porque el colapso de los partidos políticos no ha permitido que se regeneren o se reconstruyan y que lo que se necesita es la organización de partidos que permitan fortalecer la democracia y no debilitarla.
Y tres, no hay otra idea mejor, porque la ley nos da como única posibilidad para el efectivo ejercicio de acceso, vigilancia y ejercicio del poder el instrumento de partido político. Ahora sí que “a mí, no me cuentan”, sé perfectamente que la inequidad no permite el acceso por la vía independiente.
Desde luego que la decisión debe ser tomada en libertad, sabiendo que somos responsables del destino de nuestra patria.
Algo más: participar activamente en la fundación de lo que puede ser un camino de esperanza para que mujeres y hombres puedan intervenir e influir en la política, es un deber de conciencia por eso nos preguntamos: ¿qué hacemos?
Abogada