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Independientemente de que existan motivos religiosos que nos reúnen con nuestras familias y nuestros amigos; especialmente en estas fechas, se hacen presentes valores muy importantes: la reconciliación, la esperanza y la paz. A todos les deseo felicidad y comparto la alegría de estas fiestas y tradiciones. Felicidades.
Yo celebro la Navidad, como también lo hacen millones de mexicanos. Nunca me había tocado hacer un escrito el mismo 24 de diciembre. Hoy quiero compartir esa alegría que muchos celebramos a nuestros propios ritmos y maneras. Para mí, estos días, como alguna vez me lo explicaron, son una especie de santa espera que nos recuerda a un Dios que quiso insertarse en la historia de la humanidad y que por esa razón estos días se narra la condición humana.
La historia, como es humana, tiene nombres propios. Juan Bautista, que Emmanuel Carrère describió como: “el último de los profetas y el precursor de Jesús. El más grande de la antigua alianza, el más pequeño de la nueva. El que condensó el amor según Cristo en esta fórmula casi inadmisible: ‘Él debe crecer y yo disminuir’”. Este gran personaje que anuncia, nos enseña a agradecer a quienes nos enseñaron creer en esta gran historia para darle sentido a nuestra vida: nuestros padres, nuestros abuelos, el sacerdote, el pastor, la religiosa, las amistades, nuestros hijos, es decir, todos aquellos que nos dijeron que valía la pena creer.
También hay dudas, incertidumbres y certeza. Aparece Zacarías que después de tanto pedir, duda cuando se le concede lo pedido. Y la sencilla y hermosa historia de José que duda de su propia capacidad y María que no tiene ninguna duda y que dice “hágase”. Con ella se manifiesta la ternura, la generosidad y la humildad que significa la Navidad. En esta espera, uno de los grandes momentos de la condición humana es la visita de María a Isabel que nos recuerda que la historia de la salvación no puede ser narrada sin las mujeres.
Todo esto pasa desde lo pequeño, a través de los que “no cuentan”, a través de la sencillez, para que descubramos lo grande y lo magnífico. Y es tan grande esta historia que se ve claramente en una hermosa expresión de Leonardo Boff: “Todo niño quiere ser hombre, todo hombre quiere ser rey, todo rey quiere ser dios, sólo Dios quiere ser niño”.
Feliz Navidad.
DENUNCIA Y SOLIDARIDAD: Hay muchos mexicanos que están sufriendo y podemos dedicarles un pensamiento y una acción solidaria. Quizás por las imágenes y las historias que especialmente corrieron en redes, pienso en el servidor público que fue despedido injustificadamente, que lo amenazaron para renunciar, o que sabe que tiene que firmar su renuncia. Pienso en sus 10, 15 ó 20 años que trabajó honradamente —porque la mayoría trabajó honestamente— y que hoy celebra con su familia la Navidad o algunas de las fiestas propias del fin de año. Pienso también en las familias migrantes, que esperan y esperarán en territorio mexicano, la decisión que desde el poder se tomará sobre su futuro. Para ellos mi pensamiento en medio de esta historia de Navidad que no está exenta de dudas, incertidumbre, desprecios e injusticias pero que sobre todo nos habla de amor, de esperanza y de nuevos caminos.
Abogada