Está concluyendo un gobierno federal que se ha caracterizado por su alta corrupción, el abuso del poder y una gran soberbia que los hizo creer que al haber ganado la elección en 2012, y ser mayoría, podían hacer lo que les daba la gana y no escuchar a nadie, ni a la oposición, ni a los sectores de la sociedad, ni a los medios de comunicación.
El gobierno de EPN en su soberbia, se dedicó reprimir a los disidentes, a los que se atrevieron a señalar sus corruptelas, a quienes osaron tratarlos “igual que a los panistas”. El PRI dejo claro que eran diferentes, que si te metías con ellos te harían sentir y recaería sobre ti todo el rigor del poder.
Ejemplos hay muchos, está el caso de Carmen Aristegui que sufrió toda al represión del Estado por haber denunciado el caso de la casa blanca de la pareja presidencial. También está el caso del abogado que como ciudadano se creyó con derecho a investigar sobre el tema amparado en la ley de acceso a la información, por lo que hicieron caer todo el rigor del poder al extremo que me dijo: “Me doblaron”.
También está el caso del consejero de un grupo de empresas gasolineras que me platico como estaban siendo extorsionadas por la Profeco exigiéndoles una cuota mensual por estación de servicio y que si no pagaban debían recordar que la autoridad tiene toda la fuerza para clausurar sus gasolineras. Yo hice público este caso de extorsión y a mi amigo lo corrieron como consejero por presiones de las autoridades. También está el caso de la doctora que prestaba sus servicios de internado en un hospital de Pemex, y que fue víctima de acoso sexual por su jefe, por lo que ella cometió “la imprudencia” de denunciarlo ante las instancias internas de la institución. A partir de ese momento vivió su peor pesadilla por que el acoso sexual se le acumulo el acoso laboral para ella y para un médico que testifico a su favor.
Estos son ejemplos de la soberbia y el abuso del poder. Nuestros gobernantes no entienden que los mexicanos estamos hartos de esa prepotencia gubernamental. Nosotros ya sabemos que los gobernantes tienen el poder, lo que queremos saber es si son dignos de él y si tienen la calidad para ejercerlo con justicia.
Platico todos estos casos del gobierno que concluye porque está por comenzar un nuevo gobierno federal; un gobierno que fue electo por mayoría abrumadora y por tanto corren el riesgo de llenarse de soberbia creyendo que tienen la razón en todo, y la “Razón de la mayoría”. Un gobernante no puede decir o hacer lo que le dé su gana porque esto tendrá repercusiones sobre su gobierno y sus gobernados; por lo que las virtudes principales de un gobernante deben ser la prudencia y la justicia. El límite infranqueable de un gobierno y las mayorías en una sociedad democrática es el respecto a la ley y a los derechos humanos.
Recientemente hemos visto una actitud del presidente electo, de algunos miembros de su equipo y de no pocos congresistas de Morena donde se han dedicado a descalificar a todo aquel que los cuestione, les señale anomalías o los critique.
Fifís, corruptos enemigos, chayoteros, son algunos de los términos usados por la nueva clase gobernante para descalificar las críticas de quienes no comparten su visión, su discurso, su estilo o sus incongruencias entre el decir y el hacer. Gobernar el Distrito Federal es diferente a gobernar el país. México debe ser un país atractivo y confiable a la inversión productiva para así poder generar los empleos que los jóvenes demandan.
Nuestro país siempre ha sido atractivo, incluso algunas de las reformas económicas han incrementado ese atractivo; sin embargo el problema de fondo es que el país, los gobiernos y las instituciones no han sido confiables. El próximo gobierno federal deberá tomar decisiones y acciones que abonen a la confianza de los habitantes, de los turistas y de los inversionistas. Esperemos que así sea, porque si no, pagaremos un costo muy alto los mexicanos.
Ingeniero industrial, empresario.
@ClouthierManuel