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Continuando con el análisis del discurso del presidente López Obrador del 1 de diciembre en la Cámara de Diputados, el día de hoy hablaremos sobre el tema de desarrollo económico.
A todos nos debe quedar claro que AMLO es un conocedor de la historia de nuestro país y de la psicología del mexicano. Vemos que tiene una predilección por el siglo XIX, por lo que nos habla reiteradamente de los liberales y los conservadores, pero en su estilo contradictorio sataniza el liberalismo económico.
A pesar de sus contradicciones sabe que el viejo sistema político mexicano posrevolucionario (PRI) se construyó sobre el discurso de denostar al Porfiriato. Hoy el presidente hace lo mismo señalando con dedo flamígero lo que él ha dado a llamar “el neoliberalismo”, el cual, incluso, llamó “neoporfirista”.
Debe saber el presidente de México que una economía social de mercado se finca sobre el principio de subsidiariedad, que nos dice que debe existir tanta libertad cuanto sea posible y solo tanta autoridad cuanto sea necesario.
Bajo este principio rector, la economía social de mercado se desarrolla con matices siguiendo estas premisas: 1. Respeto a la dignidad de las personas; por tanto no existe esclavitud ni trata de personas. 2. Leyes y políticas públicas que fomenten la competencia y el emprendimiento, y combatan los monopolios. 3. Estabilidad macroeconómica y equilibrio en las finanzas públicas. 4. Un sistema de seguridad social fuerte que garantice seguro médico, seguro de vida, seguro de invalidez, seguro de desempleo y seguro de vejez para el retiro. Además de un sólido sistema educativo con cobertura universal y enfocado en la calidad que garantice cerrar la brecha de la desigualdad, igualando y ampliando las oportunidades y las libertades de los mexicanos para el siglo XXI. 5. Un verdadero Estado de derecho y de justicia donde se promuevan, respeten, protejan y garanticen todos los derechos humanos bajo los principios de universalidad y progresividad.
Por esto es necesario reconocer el compromiso del presidente con la estabilidad macroeconómica y el equilibrio presupuestal, en su discurso y en la presentación del Paquete económico 2019.
También debemos aplaudir su compromiso con la mejora del poder adquisitivo del salario mínimo y con acrecentar la calidad del sistema de salud pública.
En su mensaje nos dice el presidente López que otro distintivo del nuevo gobierno será “la separación del poder económico del poder político”. Debe quedar claro que no es empresario aquel que, coludido con el poder, hace negocios saqueando las finanzas públicas; este es un corrupto. El verdadero empresario no teme a la competencia en condiciones de equidad.
Tampoco es empresario aquel que, coludido con el crimen organizado o la corrupción organizada, hace negocios para lavar dinero, este es un criminal.
Para finalizar el presidente nos dice que necesitamos tres cosas para enfrentar la crisis de México y que dos de ellas están aseguradas: un pueblo trabajador, honesto y con carácter y muchos recursos naturales; pronto tendremos el tercero, un buen gobierno, concluyó.
La diferencia esencial entre los países desarrollados y los subdesarrollados, es que los subdesarrollados quisieron fincar su desarrollo en la explotación de recursos, como lo sugiere nuestro presidente. Mientras que los países desarrollados entendieron que tenían un recurso que no admite ser explotado, y que este recurso es el recurso humano, que para dar lo mejor de sí, este recurso necesita explotarse a sí mismo, que no es otra cosa que darle su libertad.
Por tanto el nuevo gobierno, si pretende realmente transformar, deberá ampliar las libertades de los mexicanos con apego a los criterios de Amartya Sen en su libro Desarrollo y libertad, y poner énfasis en la seguridad social y en la educación.
No será explotando recursos naturales, sino con un pueblo educado en la libertad y para la libertad como lograremos ser un país desarrollado.
Ingeniero industrial y empresario