¿Vamos hacia una Tercera Guerra Mundial? Inmersos en la crisis del desabasto de gasolina; preocupación por demás justificada por su inmediatez y su letal impacto en las actividades ordinarias de las personas, familias, empresas e instituciones, esta pregunta se antoja necia y fuera de lugar. Lamentablemente la interrogación no es una impertinencia.
La guerra del huachicol, el hundimiento de Pemex, los ruinosos desfiguros de sus directivos en su roadshow ante los financieros de Nueva York, los invasivos sermones matutinos del Tlatoani tonante desde Palacio Nacional y el fastidio de buscar una estación de gasolina y luego esperar horas para cargar unos litros, parecen dejarnos sin aliento para ocuparnos de otros temas menos acuciantes, pero de trascendencia innegable.
En los tableros de riesgos de diversos centros de observación global, ha surgido la posibilidad de una nueva confrontación entre potencias y bloques de países. Los representantes de esas “instituciones atalayas”, que otean las tendencias y tensiones en el juego político internacional, se han referido recientemente en varias ocasiones a este peligro.
No lo advierten como algo inminente pero sí como una indeseable desembocadura de varios conflictos en marcha y de la descabellada demolición del imperfecto pero estabilizador sistema multilateral de instituciones mundiales y regionales creadas en la fase de la posguerra (1945) y posteriormente en la etapa de la posguerra fría (1989).
La primera prevención la escuchamos de António Guterres, secretario general de la ONU, durante la apertura del Debate General del 73º Periodo de Sesiones de la Asamblea General (26/09/18). “Los valores universales se están erosionando. Los principios democráticos están bajo asedio… No debemos dejarnos arrastrar sin darnos cuenta hacia la guerra…”
La segunda admonición la pronunció el Papa en su mensaje anual a los embajadores acreditados ante la Santa Sede (06/01/19). Hizo un balance denso y detallado de la situación mundial.
El Vaticano, como bien se sabe, es un gran recipiente de información de todos los rincones de la tierra, merced a su amplia red de Nunciaturas, al numeroso cuerpo diplomático acreditado ante el Pontífice y a su condición de Iglesia presente en la mayoría de los cinco continentes.
A la luz de los datos recabados y analizados en sus diversas instancias, en primer lugar, la Secretaría de Estado, el Pontífice sostuvo ante los embajadores: “La comunidad internacional y el sistema multilateral en su conjunto, están atravesando momentos de dificultad, con el resurgir de tendencias nacionalistas que minan la vocación de las organizaciones internacionales. Algunas actitudes evocan el periodo de entreguerras, en el que las tendencias populistas y nacionalistas prevalecieron sobre la acción de la sociedad de naciones… La reaparición de corrientes semejantes está debilitando el sistema multilateral...”
El tercer apercibimiento lo hizo Eurasia Group, una de las consultorías más prestigiadas en los circuitos financieros. En su análisis de riesgos para 2019, sostiene: los ciclos geopolíticos son de movimiento lento, se necesita mucho para construir un orden geopolítico y por lo regular lleva años, incluso décadas, derribarlo. “Ese proceso de erosión está en marcha en todo el mundo…” Señala que los riesgos de desastre creados por los malos actores infligiendo daños que pueden crear un ciclo en escalada “son los más altos” desde el lanzamiento de la calificadora en 1998.
Los desasosiegos que vivimos ahora en México son hasta ahora de factura local, pero como bien lo señala el aludido, nuestro país se ha colocado ya dentro de los diez principales factores de riesgo internacional. Los 3 análisis coinciden en que el virus envenenador del sistema global es la polarización procedente de los populismos de izquierda y derecha. Infección ya presente en nuestro país.
Ex Embajador de México ante la Santa Sede.
@ L_ FBravoMena