En septiembre, México fue duramente afectado por los impredecibles efectos de la naturaleza. Los huracanes de gran intensidad que asolaron al país en esta época de lluvias, como Irma y Katia, y los sismos de los días 7 y 19, con intensidades de 8.2 y 7.1 grados en escala de Richter, respectivamente, dejaron a su paso innumerables pérdidas humanas, cientos de heridos y miles de personas damnificadas, sobre todo, en el centro y sur del país.
México, por su ubicación geográfica, es susceptible a la ocurrencia de gran cantidad de fenómenos naturales que anualmente causan importantes pérdidas materiales y lamentablemente, también vidas humanas. Se estima que alrededor del cuarenta por ciento del territorio mexicano y más de una cuarta parte de su población están expuestos a tormentas, huracanes e inundaciones. Ello nos obliga a estar preparados y a mejorar constantemente nuestro conocimiento y organización en lo relativo a los desastres naturales.
El sismo del 19 de septiembre, particularmente, me tocó vivirlo en el Senado, el día de mi cumpleaños, mientras acompañábamos a Ferny Ruiz, Premio Nacional de la Juventud 2014, en la presentación de su Libro Diario de un Desastre sobre Ruedas. Este acontecimiento sin duda marcó a los mexicanos, porque fue el que dejó el mayor número de víctimas mortales y pérdidas materiales en poblaciones del centro del país. Sus consecuencias se hicieron virales a través de las diversas redes sociales en múltiples lugares del planeta.
Pero ante estos fenómenos, México refrendó su imagen como un país solidario, fuerte y unido, el pueblo mexicano salió a apoyar en las calles para participar en el rescate de víctimas de estas lamentables tragedias.
Los mexicanos también sentimos la fraternidad, las muestras de apoyo y solidaridad de la comunidad internacional, a través del envío de víveres, donaciones económicas, brigadas de rescate y equipo tecnológico especializado para atender a los damnificados.
Indudablemente, hemos avanzado mucho en la cultura de prevención. Hubo una capacidad de reacción rápida y eficaz, no sólo del gobierno, sino también de la población.
Estos fenómenos naturales nos han permitido corroborar que el papel de Protección Civil en el país ha sido fundamental y debemos reconocer dicha labor. La prevención se ha convertido en una parte sustancial de la Gestión Integral de Riesgos y ha coadyuvado de manera importante a disminuir el impacto social y económico, que provocan las emergencias y los desastres.
Los Atlas de Riesgo se han convertido en las herramientas indispensables al integrar la información que nos permite conocer los peligros a los que se encuentra expuesta determinada comunidad y por ley, las autoridades de Protección Civil, de todos los niveles de gobierno, deben desarrollarlos y actualizarlos. Los logros y avances han sido reconocidos a México. De manera reciente, la Organización de las Naciones Unidas lo consideró como un país líder en la prevención de desastres naturales.
Las labores de reconstrucción indudablemente son arduas, pero nos caracterizamos por ser un pueblo decidido, que lucha y mira de manera positiva hacia adelante. Aún tenemos desafíos pendientes por atender, sin embargo, nos mantenemos en pie, fuertes y unidos, ayudando a nuestra sociedad y proporcionándoles las herramientas necesarias para protegerse en caso de riesgo, para vivir más seguros ante nuestra impredecible naturaleza.
Senadora de la República. @LiliaMerodio
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