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El resultado electoral del pasado primero de julio es muestra irrefutable de la democracia en México. Alrededor de un millón y medio de mexicanos participaron como funcionarios electorales y más de 45 millones emitieron su voto libre, lo cual hace de estas elecciones las más participativas de los últimos 30 años.
Hay que celebrar la fortaleza institucional mostrada por el INE, el TEPJF y la FEPADE, las cuales permitieron concretar un proceso electoral que se conformó en el marco de la legalidad. Sí, existieron algunas turbulencias locales, pero el resultado fue una transición pacífica que decantará en un nuevo proyecto para los próximos seis años.
En estos tiempos se ha demostrado que la democracia funciona, que las mayorías deciden y que las instituciones están presentes para respetar y dar certeza a los deseos de la ciudadanía. Se estructuran nuevos retos que pondrán a prueba la madurez democrática de México, la prevalencia de las instituciones, el respeto de las minorías y la conformación de contrapesos.
Un gran número de mexicanos decidieron que era momento de replantear las estructuras del Estado, que era momento de buscar alternativas a los modelos políticos existentes; ahora esos mismos mexicanos, así como las minorías, tenemos el deber de vigilar las acciones del nuevo gobierno y actuar en función del Estado.
Este nuevo gobierno tendrá la enorme responsabilidad de atender a sus electores, respetar a sus opositores y escuchar a la sociedad civil. No basta decidir un cambio; es importante hacernos responsables de nuestras decisiones y actuar de manera activa para que podamos construir un México próspero e incluyente.
El reto de hoy no es la elección, no es la izquierda o la derecha, tampoco es el populismo o la campaña del miedo. Los retos actuales de la democracia y el fortalecimiento institucional, son la capacidad de conciliar puntos de vista distintos a fin de conformar políticas públicas y acciones tendientes a fortalecer el desarrollo del país.
Será también la conformación de una sociedad civil organizada que observe las acciones de los actores del Estado y exija lo que a su derecho considere correcto.
Finalmente, está el reto de construir una nueva oposición informada, mesurada pero contundente, que vele por los intereses sociales en los que cree; que defienda su ideología, pero que también sea capaz de actuar en conjunto con el nuevo gobierno para construir aquello que beneficie a los mexicanos.
Hoy México se enfrenta a un nuevo panorama. El resultado dependerá de la fortaleza de nuestras instituciones y la forma de hacer política, tanto en las estructuras del Estado como en la sociedad civil y en la oposición.
Esa será la clave de nuestra actual democracia.
Senadora de la República