Tengo la impresión de que nuestra clase política no considera todavía que el país esté sumido en una crisis de seguridad. Veo que, con enorme superficialidad, pasan por alto el Índice Global de Impunidad 2017 (IGI) que publicó la Universidad de las Américas Pueblas (https://goo.gl/FbzJQK) y lo mismo hacen con la encuesta de los expertos del Banco de México, que ubica la inseguridad como el mayor obstáculo para el crecimiento económico. Constato también cómo se aplaza la ley de seguridad interior. Consideran ritual que el presidente vuelva a decir a los gobiernos locales que están completamente rebasados, a pesar de las ingentes cantidades de dinero que se les han transferido para mejorar sus capacidades.
Actúan con el desenfreno de quien siente que el agua está todavía en las rodillas y no en el cuello. Por eso pueden darse el lujo de discutir con aritmética parlamentaria elemental el nombramiento del fiscal. Digo aritmética elemental porque, a mi juicio, la gravedad del socavón administrativo y moral que el país tiene en esta materia, ameritaría una actitud diferente y constructiva de todas las fuerzas políticas. Edificar una institución creíble y duradera pasa por la construcción de un consenso y no de mayorías parlamentarias.
En la historia reciente hemos visto cómo, en el ámbito electoral, el aval de todas las fuerzas aporta legitimidad y una imposición mayoritaria la fragiliza. Lo que la mayoría puede aprobar hoy, con buenas o malas artes, no se sostiene en el tiempo si no está apoyado en una voluntad de superar la coyuntura y cimentar una institución con autoridad moral y solvencia técnica. No entiendo cómo, ante la gravísima crisis de procuración de justicia que tenemos, el asunto se discute como si fuera el nombramiento o ratificación de cualquier funcionario, cuando lo que está en juego es crear una institución del Estado creíble y funcional.
Es paradójico que esa misma élite se tome lo económico muy en serio. Nadie supone que nombrarán a algún político deshonesto, con un historial negro en el manejo de las finanzas públicas, gobernador del banco central. Se buscará, en todos los casos, una figura que, interna y externamente, esté por encima de cualquier sospecha.
Yo creo que la misma seriedad que se expresa para integrar a esa institución del Estado, debería darse para la fundación de la Fiscalía, aunque, como decía al principio, para nuestra élite el tema de la procuración de justicia no tiene todavía la gravedad que en su momento tuvo la crisis de los años 80 y 90, y que nos obligó a dotarnos de una institución seria como el Banco.
Tener la mayoría no significa siempre tener la razón.
Analista político.
@leonardocurzio