Iván Ramos trabaja en el Servicio Médico Forense (Semefo) en Ciudad Juárez, Chihuahua. Lleva 15 años trabajando como prodisector en la institución y, a sus 30 años, ha asistido más de 4,500 necrocirugías de personas sobre las cuales se busca determinar la causa de muerte. Además, Iván es el responsable principal de cuidar la estancia de los cuerpos en el servicio forense.

Iván mantiene un inventario escrupuloso sobre las personas sin vida que están a su cargo. En cualquier momento mantiene cerca de 200 cadáveres que ubica en cuatro cámaras de refrigeración. Tiene un montacargas especializado que usa para colocar cada cuerpo en plataformas individuales ceñidas a torres que él llama árboles. Los cuerpos se mantienen en bolsas negras estandarizadas que están rotuladas con un número único generado por un sistema de gestión forense propio de Chihuahua.

El Sistema de Ingresos y Egresos de Cadáveres SIEC es una herramienta que almacena datos de los cadáveres que deben transitar por el servicio forense. Por un lado, almacena referencias relacionadas con delitos de las personas que murieron por causas violentas, incluyendo delitos de homicidio. Por otro lado, mantiene información que permitirá la identificación futura de cuerpos no identificados.

El SIEC es una herramienta crítica en el marco de la crisis de homicidios y desaparecidos que tiene México y su estructura debería ser analizada por autoridades de otros estados y por autoridades federales con miras a lograr cruces de información de forma interestatal. El sistema almacena las fotografías de los rostros y señas particulares de los cuerpos como tatuajes, cicatrices, malformaciones. Para el caso de cadáveres no identificados, el sistema permite relacionar la información de la toma de huellas dactilares y de la toma de muestras biológicas que buscan preservar la información sobre el perfil genético del cadáver. Se recaba información crítica de los cuerpos que buscan ser encontrados.

En Chihuahua, el SIEC fue producto de una crisis; surgió ante la urgencia de crear un protocolo eficiente de gestión en las épocas más violentas que vivió Ciudad Juárez. Eran los años cuando uno de cada tres homicidios que se cometían en México ocurrían en esa ciudad fronteriza, cuando en la ciudad se habían agotado las cajas funerarias y los forenses se quedaron sin bolsas negras para cubrir los cuerpos a su cargo. Autoridades de todos los niveles participaron en el diseño de la herramienta informática porque todos tenían información sobre una parte del problema que había que solucionar.

Iván se muestra empático cuando le pregunto sobre la crisis de cadáveres acumulados en tráileres en Jalisco. Iván comenzó su vida profesional cuando estaba por cumplir 16 años y vivió en carne propia la explosión de la violencia en un contexto que se asemeja a una guerra. “No sabíamos qué hacer,” me dice, “estábamos desesperados.”

Mi conversación con Iván Ramos me deja claro que son tan importantes las políticas públicas como el liderazgo y compromiso de las personas que hacen realidad dichas políticas. La solución no es solo técnica. El sistema de gestión existe porque a las personas les importa. Los protocolos se siguen porque personas como Iván tienen claro que lo más valioso de los servicios forenses es provocar encuentros: el de los criminales con la justicia y el de las personas fallecidas con sus familiares.

@Layda Negrete
Investigadora del World Justice Project

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