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Contrariamente a la anhelada paz esperada, después de un largo periodo denominado Guerra Fría resurgieron la violencia interétnica, guerras civiles, actos xenofóbicos y racistas.
Así se escindió la antigua Yugoslavia, se enfrentaron sangrientamente serbios, musulmanes y croatas en Bosnia-Herzegovina y Afganistán se vio sumergida en una lucha de poder por grupos fundamentalistas islámicos, desde la salida de las tropas soviéticas a finales de los 70.
La reunificación alemana trajo déficit y desempleo, y alentó la xenofobia. Las cabezas rapadas y la aparición de Jean Marie Le Pen liderando el Frente Nacional, en Francia, promovieron las tendencias nacionalistas. Incluso, actualmente, esta extrema derecha, ahora convertida en Agrupación Nacional y liderada por su hija, Marine Le Pen, puede convertirse en la primera fuerza política de ese país.
Luego, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 perpetrados en Nueva York y otros puntos de la Unión Americana, pusieron al extremismo islámico en el centro del terrorismo internacional, identificando a un fanatismo violento, que compartía una ideología en común.
Empero, sin soslayar los intereses económicos, como es el caso de Siria que lleva varios años inmersa en una guerra, que empezara con la intención de derrocar al presidente Bashar al-Ásad, y que ha trascendido el ámbito civil para colocarlo en un conflicto “de intereses”, en el que han intervenido muchos países, y que al parecer no tiene solución. Esta situación ha provocado uno de los mayores éxodos de la historia y el número de refugiados ha dividido y confrontado a Europa.
Actualmente, una inmensa red global vincula a asesinos, diseminando el odio: el extremismo blanco. Un análisis realizado por The New York Times revela que desde 2011 un tercio de los asesinatos de extremistas blancos, fueron inspirados por otros que realizaron ataques similares, emulando sus tácticas bélicas.
Estos sentimientos han traspasado continentes y latitudes. El tirador acusado de Christchurch, la masacre de los fieles de dos mezquitas y el tiroteo más mortal en la historia moderna de Nueva Zelanda, en marzo de este año, declaró que el extremista que en Noruega mató a 77 personas en un ataque bomba en 2011, lo había inspirado. Asimismo, el hombre canadiense que disparó en una mezquita en Quebec en 2017, confesó haberse inspirado en Dylann Roof, estadounidense que asesinó a nueve feligreses en una iglesia de raza negra en Carolina del Sur en 2015.
Un estudio de la Universidad de Maryland ha identificado 350 ataques terroristas blancos en Europa, Norteamérica y Australia de 2011 a 2017, que constituyen alrededor de 8% del total en estas regiones y aproximadamente un tercio de los perpetrados en Estados Unidos. Estos sucesos se dan a la par con un aumento de los crímenes de odio y han convertido a inmigrantes y otros grupos minoritarios religiosos o raciales, en el blanco.
No podría dejar de mencionarse el ascenso del Estado Milicia, como en Brasil. En el 2000, bajo pretexto de proteger a residentes de los narcotraficantes, se formaron las “milicias”, constituidas por policías jubilados y en servicio activo, quienes toman el control de la comunidad y que en ocasiones acaban extorsionando también a la ciudadanía. Se ha discutido mucho los lazos entre el gobierno, las milicias y “escuadrones de la muerte”, comparable a grupos paramilitares y ajenos a los derechos humanos.
Desde luego la conectividad, la red de redes, está facilitando que estos grupos se vean influenciados y se coordinen formando un importante colectivo. Empero, no sólo el internet ha hecho esta tarea: también están los políticos y otros grupos de influencia, que azuzan a la población y la polarizan con arengas y acciones que dividen y enconan.
Sin duda, estos ataques devastadores constituyen un desafío mundial por Estados fallidos, crisis migratorias, contingencias ambientales, reyertas civiles, injusticia social, desplazamientos tecnológicos o fanatismos religiosos. La epidemia del terror está entre nosotros, con grandes repercusiones para la economía y la sociedad.
Directora del Instituto de Desarrollo
Empresarial Anáhuac en la Universidad
Anáhuac, México Norte
Email: idea@anahuac.mx
Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL