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Mucho se ha escrito sobre el hecho de encontrarnos ya en la recta final del sexenio (aunque tuvo su ocaso desde hace ya varios meses) y también del proceso electoral 2018 en curso (sobre todo con el destape del candidato oficial). Empieza el declive de la presencia y poder de quienes hoy dirigen el país, en particular del Presidente. De lo que quizá no se ha hablado tanto es cómo vamos en la ruta de lo que será la entrega del poder y las cuentas que tengan que rendir quienes deban entregar sus puestos con base en el resultado electoral.
Mi tema no es vaticinar un ganador. Ni siquiera favorecer a alguien en particular. Mi reflexión es que nos encontramos en una coyuntura muy delicada. El país reclama, quizá como nunca en 50 años, una atención puntual en cuestiones críticas. En ese sentido, hay varios temas que son realmente preocupantes ante la desatención y nula credibilidad en el diagnóstico y atención de los mismos.
Es muy importante no esperar hasta que, el 1 de julio, se sepa el ganador para realmente conocer cómo está el estado de cuenta del país, por decirlo de alguna forma. El balance para confirmar dónde estamos parados y cuáles son los temas que ameritan la mayor atención. Esa reflexión nos debe permitir incluso saber a qué atenernos en lo que a exigencia en las plataformas electorales se refiere, y así fijar prioridades y confirmar afinidades o no con las ofertas de las distintas fuerzas en contienda.
En ese ejercicio, el factor determinante que veo radica en la participación de la ciudadanía. La situación prevaleciente en temas de corrupción, inseguridad, injusticia, impunidad, inequidad, etcétera, es apremiante. Ese cúmulo de datos no se pueda seguir ignorando.
A diferencia de otros sexenios, en que a la ciudadanía se la ha ignorado o se ha lucrado con utilizar el componente de participación simulada, ahora es necesario no permitir más este tipo de omisiones. Si esta elección va a ser distinta radica en gran medida en que quizá, por primera vez, realmente se dé prioridad a los temas que impactan la vida diaria del ciudadano.
Una oferta real de cambio tiene que eliminar los ingredientes que nos tienen al borde del fracaso institucional como: la aplicación selectiva de la ley, el otorgamiento de beneficios por temas clientelares y el impacto derivado de una inequidad lacerante en el país. Si no atendemos estos 3 ejes en lo que debe ser una reconversión nacional, entonces vamos a seguir simulando mejorías, cuando en realidad sólo preservamos un sistema que provoca una incesante pauperización y alejamiento de un sistema de legalidad plena.
Entonces, la pregunta es si ya contamos con la capacidad en nuestra clase política de romper con atavismos y un mecanismo de control y rentas controladas que han dado grandes dividendos para las fuerzas copartícipes de este abuso consuetudinario.
Por lo tanto, se trata de reinventar el país en lo que a operación política se refiere, rompiendo con la inercia de cómo ganar una elección. Dirán algunos que no es posible hacerlo sin esa operación plena de los mecanismos de control usuales. Pero aquí es donde se equivocan puesto que son miopes ante el enorme reclamo ciudadano que existe de pasar a una nueva realidad. Que sean las personas de a pie y no los intereses corporativistas los que determinen la ruta de la victoria comicial.
Quien se atreva a ver a la ciudadanía a los ojos, y con la posibilidad de articular una nueva forma de gobernar, logrará una asimilación y esperanza de victoria con lo que debería ser una aplastante mayoría de los que por tradición se han abstenido o ignorado estos procesos, por no ver sino una simulación democrática. Con dignas excepciones, las votaciones han sido vistas como ejercicios intrascendentes. Eso tiene que cambiar ya.
La oportunidad está ahí. La ciudadanía está hambrienta de una modificación sustantiva en la forma de gobernar y priorizar instituciones, pesos y contrapesos, transparencia de gestión, responsabilidad por acciones, etcétera. Romper los abusos, corruptelas e impunidad. Pasar a la plena institucionalidad a partir de un bastión de respeto pleno al ciudadano. Ese poder es el que va a inclinar la balanza. ¿Quién de las diversas fuerzas políticas dijo yo? Quedamos pendientes de respuestas y compromisos de fondo. No simulación, realidades en la reconformación de gobierno con participación ciudadana plena.
Secretario general de México Unido
Contra la Delincuencia. @MUCD