Los epílogos sexenales suelen ser notoriamente distantes entre lo ofrecido y lo logrado. Los tiempos de Enrique Peña Nieto expiran de manera tenue en una especie de resignado letargo, aguardando la hoja del calendario que marque diciembre.

En lugar del esperado cierre oficial a tambor batiente difundiendo logros de seis años de fructífera gestión, el gobierno saliente parece haber entregado la plaza, optando por un bajo perfil, cediéndole los reflectores al presidente electo, quien, por supuesto, los ha explotado al máximo.

La obra cumbre y emblemática del sexenio de Enrique Peña quedó truncada, se trata del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, construcción iniciada en 2015 —posterior a la planeación y tramitología— sobre un terreno de 550 mil metros cuadrados y avanzada al 31.8%, situada en el antiguo lago de Texcoco, a 15 km del centro de la ciudad y en la cual se habían ya erogado más de 100 mil millones de pesos. Pues bien —más bien, pues mal— el presidente electo mediante cuestionada consulta a modo, resolvió cancelar dicho proyecto. ¿Acaso Enrique Peña Nieto y sus colaboradores responsables de la construcción del NAIM, no pudieron y debieron difundir masivamente mediante amplia campaña publicitaria las ventajas y beneficios del Nuevo Aeropuerto, presentando a la ciudadanía la obra del arquitecto Norman Foster, el historial de Mitre, así como las ventajas de materiales empleados como vidrio ligero, estructuras de acero y sistemas de prefabricado, la viabilidad financiera y de conexión del monumental proyecto, etcétera? Probablemente aun así, la decisión a favor de Santa Lucía finalmente se habría impuesto a Texcoco, pero habiendo agotado el gobierno actual todas sus posibilidades defendiendo el NAIM y evitando suspicacias sobre haber tranzado a cambio de futura inmunidad.

Los evidentes logros del sexenio que culmina palidecen ante el esparcido repudio a hechos de corrupción, especialmente vinculados con el uso y abuso del poder, aunado al fracaso en el combate a la desbordada violencia. Quedan marcados en la memoria colectiva sucesos como el de la Casa Blanca, ex gobernadores perseguidos y algunos capturados, Odebrecht, funcionarios solapados, Estafa Maestra, moches, opacidad en licitaciones, violación a derechos humanos, sobrecostos, Ayotzinapa, Tlatlaya, fiscalía general acéfala, gasolinazo, deuda externa, devaluación del peso cercana a 60% frente al dólar.

Culmina Peña Nieto con apenas 18% de aceptación, sin embargo, hemos de admitir aciertos de su administración que probablemente merecieron mejor difusión: reformas estructurales aprobadas; crecimiento superior al 13% acumulado durante prácticamente 24 trimestres consecutivos; pasamos de ser el lugar 15 al sexto con más turismo a nivel mundial; el padrón de contribuyentes se incrementó en 78%; inflación sexenal más baja en un sexenio desde hace 50 años; se crearon 4 millones de empleos formales; inversión extranjera récord por 192 mil millones de dólares; menores porcentajes de pobreza y carencias sociales; implementación del nuevo modelo educativo; proyectos de telecomunicaciones que permitirán que 92% de la población accedan a internet en 2024; capacidad portuaria al doble, principalmente. Peña Nieto afirma haber cumplido 97% de compromisos de campaña firmados ante notario público.

El decepcionante retorno del PRI al poder contribuyó a que la voluntad electoral se volcara en las urnas por un cambio radical, precisamente a favor del candidato que ofreció la quimera de abatir la corrupción.

Es así como se baja el telón de los claroscuros tiempos de Enrique Peña Nieto.

Analista político

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