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El conocimiento de AMLO de la selva no es sólo intelectual. Es, además, corporal, emotivo, afectivo, vivencial, comprometido. Es un conocimiento que nace del contacto directo con la gente y la naturaleza, y de una voluntad poderosa que no sólo busca contemplar y compadecerse de las cosas del mundo, sino que persigue transformarlo, sobre todo cuando han adquirido rasgos preocupantes de irracionalidad, haciéndose tremendamente desigual: un orden social que niega el derecho a existir con dignidad a la gran mayoría de la población, a los pobres, a los campesinos, a los indios, a los ‘condenados de la tierra’, ya sea en el campo o en las ciudades, y que se erige también sobre la destrucción barbárica de la naturaleza. AMLO conoce la selva y a sus pobladores de manera directa, no de segunda mano. Quiere reivindicar a la gente, y quiere un nuevo trato con la naturaleza. Su lucha parece resumirse en la búsqueda no solo de un nuevo contrato social, sino también de un nuevo contrato natural: De eso se trata su Proyecto de Nación.
La campaña presidencial rompió con la idea de que las campañas modernas podrían hacerse solo con el frío contacto que hace posible el internet y los medios de comunicación, la mercadotecnia electrónica. Él demostró lo contrario; la importancia del contacto directo con la gente.
En la Selva Lacandona la propuesta de reforestación no solo pretende crear empleos y generar condiciones de bienestar, sino también recuperar el bosque, re-enverdecer el desierto creado por la ganadería extensiva, el monocultivo, la tala, etc. Transformar los potreros en zonas arboladas, convertirlo en nuevos ecosistemas, que de albergar un 10 por ciento de biodiversidad podría pasar a un 40 por ciento.
El proyecto busca restituir a los campos deforestados su capacidad productora de vida, incluye a la milpa en su práctica tradicional y la ganadería, los frutales, los maderables. Es un proyecto de intervención que busca detener el avance de la frontera agrícola y ganadera sobre la selva. Pero también es un proyecto de organización social, es la creación de una fuerza colectiva que aproveche el poder de la organización de la gente en todo su potencial productivo.
Se trata de que la tierra y el trabajo produzcan no solo más, sino bajo mejores condiciones para ambos. Se trata de hacer más eficiente la producción, pero no a costa de la naturaleza y los trabajadores. La finalidad última no es dominar y explotar a la naturaleza y al trabajo, sino lograr su conciliación, haciéndolo con un contenido humano y social.
En este proyecto de reforestación, encargado al joven agrónomo ambiental Hugo Chávez Ayala, cada campesino que participe con 2.5 hectáreas de tierra recibirá un ingreso que lo protegerá contra las incertidumbres del mercado, de la meteorología, de los intermediarios, de las cadenas de extorsión que actualmente someten al productor, le roban y lo degradan. Becarios comunitarios, técnicos sociales y productivos, coordinadores territoriales y regionales, junto con 400 mil campesinos, agrupados en 16 mil comunidades de aprendizaje, trabajarán sobre un millón de hectáreas de potreros degradados, intentando una nueva forma de apropiación y relación con la naturaleza.
La Lacandona vive en el dilema de una población indígena y no indígena que manifiesta su derecho a vivir con dignidad, y una naturaleza que se ve ‘invadida’ y depredada. El problema no es la convivencia interactiva y co-constructiva; más bien, los problemas aparecen cuando esta relación se olvida del bienestar de la gente, y de la integridad de los ecosistemas.
A diferencia del sistema actual que busca hacer sustentable al modelo neoliberal, que lo mismo somete y explota a la gente que a la naturaleza, el proyecto de reforestación de Andrés Manuel, quiere hacer sustentable a ambos, a la naturaleza, aumentando su diversidad, promoviendo su papel como la fábrica del sistema de la vida que es y, al mismo tiempo, quiere hacer sustentable a la gente, sus formas de vida, sus usos y costumbres, su cultura, hasta hoy avasallada por diversas formas de explotación de personas y naturaleza.
Podríamos resumir el pensamiento y el espíritu de los principios ambientales de AMLO con una frase: empoderar a la gente, y empoderar a la naturaleza, para así lograr una dignificación simultánea del mundo humano y del no humano.
Profesor-investigador de El Colegio de
México