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La pobreza representa la deuda histórica que el Estado tiene con la sociedad. Constituye una falla estructural del modelo económico: no es capaz de generar la riqueza suficiente para que una parte de la sociedad supere los desafíos que inhiben su capacidad para adquirir los satisfactores necesarios para vivir adecuadamente.
La dimensión más preocupante de la pobreza es la imposibilidad de comer adecuadamente: el primer problema que el ser humano ha buscado resolver en toda su historia es alimentarse. Hoy en México hay 24.6 millones de personas que enfrentan la denominada como carencia por acceso a la alimentación. En otras palabras: son mexicanos que pasan hambre en su vida diaria.
Además, de acuerdo al Coneval, en México hay 53.4 millones de personas en situación de pobreza, ello a pesar de los cambios metodológicos para medir los ingresos y de las cuestionables líneas de pobreza que se utilizan para medir el flagelo.
Una revisión a las líneas de pobreza permite señalar que, en principio, debería ser relativamente fácil superar dicha precariedad social y económica. El Coneval indica que, en la parte urbana, una persona que consume 1.6 kilogramos de alimentos y bebidas al día ya ha superado la precariedad. La medición oficial es diferente para la parte rural, ahí solo se necesitan 1.4 kilogramos.
Cuando se revisan los contenidos de la medición urbana resulta que 411 gramos de agua son suficientes para vivir bien: menos de los 2 litros que en general se consideran necesarios. Cuando se agregan los 203.8 gramos de leche, 169 gramos de refrescos y 56 gramos de jugos y néctares, se puede inferir que la canasta alimentaria del Coneval supone que un mexicano que vive en la ciudad puede superar los problemas de alimento con solamente 752 gramos de productos sólidos.
Si se restan los 155 gramos de tortilla y los 66 gramos de distintos tipos de pan (equivalentes a un bolillo), el Coneval asume que se puede superar el problema de alimento con solo 531 gramos diarios de productos distintos a líquidos y harinas.
¿En dónde quedan las proteínas contenidas en distintos tipos de carne y en el huevo? La medición de la pobreza oficial en México asume que con sólo 145.3 gramos diarios se puede superar esta carencia en la parte urbana del país. Si se divide en tres comidas al día, ello supone 48 gramos en cada una de ellas. Como punto de referencia se debe considerar que un huevo pesa aproximadamente 60 gramos.
En otras palabras: el consumo de proteínas de la canasta alimentaria urbana no supera ni siquiera el equivalente al peso de un huevo. Para el Coneval eso no es problema porque su canasta contempla el consumo de sólo 33 gramos de huevo diario, la mitad.
¿Cómo se completan los restantes 386 gramos? 4.8 gramos de queso, 11 gramos de aceite, 42 gramos de cebolla, 51 gramos de frijol, 63 gramos de jitomate y 47 gramos de papa, por citar algunos de los elementos más relevantes.
Si lo descrito resulta inquietante, solo basta recordar que ello pertenece a la parte urbana, la rural es aún más limitada.
La canasta con que se mide la pobreza no tiene relación con la nutrición, eso es evidente.
Además, falta considerar la canasta no alimentaria, un solo ejemplo: en la parte urbana se considera que una persona con 8 pesos diarios puede superar las restricciones que la llevarían a la pobreza. Un boleto del Metro cuesta 5 pesos.
La pobreza de las líneas de pobreza debe ser un tema a revisar para cuantificar adecuadamente este problema que afecta a más de 53 millones de mexicanos: el 43.6% de la población es pobre a pesar de que los umbrales para medirla son relativamente fáciles de superar.
Lamentablemente, para este segmento de la población, los beneficios de la tecnología, los desarrollos de la ciencia y la salud, así como los generados por la globalización, se encuentran fuera de su vida diaria.
Para evaluar correctamente la dimensión y evolución de la pobreza hace falta ser objetivos, ya se modificó la medición de los ingresos de los hogares, ahora es necesario hacer lo mismo con las líneas que miden la pobreza, las actuales subestiman el problema.
Director del Instituto para el Desarrollo
Industrial y el Crecimiento Económico.
Twitter: @jldg71