La semana pasada, volvieron a ser noticia los desmanes provocados en la Ciudad de México por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Con sus bloqueos, han impedido desde el pasado martes que sesione la Cámara de Diputados, en la que se discutirá el dictamen que da marcha atrás a muchos de los avances que se lograron en la reforma educativa del sexenio pasado, y obstruyeron también los trabajos de la Cámara de Senadores. Estos lamentables hechos no son algo nuevo, es a lo que los maestros agrupados en la CNTE nos tienen acostumbrados. Y, por lo que se ve, la historia está lejos de terminar.
De todas las reformas que se realizaron en el sexenio que acaba de concluir, sin lugar a dudas, la que más apoyo popular tuvo desde el momento en que se dio a conocer a la opinión pública, fue la reforma educativa. Como ocurre en todo el mundo, la reforma fiscal fue tremendamente impopular por el aumento de impuestos. La reforma energética dividió mucho las opiniones. Pero, en el caso de la reforma educativa siempre fue valorada positivamente, por su impacto en el corto plazo en la vida cotidiana de las familias mexicanas, que exigen y merecen una educación de mayor calidad para sus hijos.
Creo no equivocarme al comentar que una de las noticias que tuvo mayor relevancia al inicio de la pasada administración, fue la decisión del gobierno federal de recuperar el control del sistema de educación pública de Oaxaca. Quitar de manos de la CNTE responsabilidades que nunca debieron dejar de ser potestad de las autoridades gubernamentales, logró un amplio reconocimiento en la opinión pública. Esto se pudo conseguir gracias a la reforma educativa.
Lamentablemente, como lo estuvimos escuchando durante toda la campaña del hoy Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en alianza con la CNTE, prometió que al llegar al poder “cancelaría” la reforma educativa. La Cámara de Diputados, en la que existe una mayoría absoluta de legisladoress de los grupos parlamentarios afines al Presidente, está por aprobar en comisiones un dictamen que da marcha atrás a la gran mayoría de las bondades de la reforma, con la intención de llevarlo al pleno para su aprobación en una de las próximas sesiones.
Pareciera un contrasentido pero, ¿por qué se manifestaron los maestros si lo que se va a votar es la anulación de la reforma educativa a la que la CNTE siempre se opuso? Aparentemente, el dictamen que se pretende votar, no deja del todo satisfechos los deseos de la Coordinadora, específicamente en dos de los temas: en primer lugar, no desaparece del todo la evaluación magisterial; y, en segundo lugar, tampoco deja en manos de los líderes magisteriales el control absoluto en el otorgamiento de las nuevas plazas de docentes. Ese es el motivo por el que la Coordinadora se ha manifestado en su contra, y seguramente no van a dejar de hacerlo hasta conseguir que las cosas regresen al estado en que se encontraban hasta antes del 2012. Ojalá que el gobierno no ceda a los chantajes de la CNTE.
Qué lamentable que se dé marcha atrás a una buena reforma educativa. No conozco a detalle en qué términos se votará finalmente el dictamen respectivo, pero sería más lamentable que se cediera a todos los caprichos de la abusiva dirigencia de la CNTE. Es de esperarse que las manifestaciones suban de tono y el riesgo de que adquieran tintes violentos es elevado. El gobierno necesita demostrar que está a la altura de este desafío. La Coordinadora es la causante principal del rezago educativo en los estados de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán. Es urgente ponerle un alto.
Abogado. @jglezmorfin