Desde la llegada del nuevo gobierno, hemos visto cómo se ha implementado desde el poder una estrategia para debilitar a algunas de las instituciones que se crearon en nuestro país a raíz de las reformas estructurales aprobadas en el sexenio pasado. Si volteamos los ojos a esas reformas aprobadas, nos damos cuenta de que un denominador común en todas ellas es que dieron lugar a nuevas y muy relevantes instituciones. Me parece obligado que la nueva administración revise lo que ha pasado con ellas y, si están dando los resultados que de ellas se esperaba, pero lo que no parece lógico es que se les ataque y se les debilite sin antes evaluar sus resultados. Me voy a referir hoy a tres de esas instituciones que surgieron de las reformas aprobadas en los últimos años.
En primer lugar, el Instituto Nacional Electoral (INE), que surgió como una respuesta ante una realidad que demandaba actuar de manera firme ante la falta de transparencia y equidad en los procesos electorales de muchas de nuestras entidades federativas, en las que persistían viejas prácticas y atavismos que ya se habían superado en el ámbito federal y que sembraban dudas en los comicios locales. Ahora, en buena medida gracias a la reforma, el INE organiza procesos electorales locales (lo hará también con el complicado proceso extraordinario del estado de Puebla), con la misma calidad que tienen los procesos federales y eso es bueno para nuestra democracia. Por eso resulta a todas luces cuestionable la reducción presupuestal que se le aplicó al INE dejando sin tocar los —esos sí excesivos— recursos que reciben los partidos políticos.
En segundo lugar, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), que surgió de una legislación moderna e integral que ha venido transformando a fondo la regulación de un sector que se había mantenido al margen de cambios importantes durante muchos años, frenando el desarrollo de una de las industrias más dinámicas del mundo. La reforma trajo como consecuencia mejoras en los servicios, en la competencia, y redujo de manera importante los precios que pagamos los usuarios, lo que es sin duda una buena noticia. También ha favorecido la inversión y ello ha traído como consecuencia crecimiento económico y generación de empleos. Considero indispensable que el IFT haga buen uso de sus herramientas legales y de sus recursos humanos y técnicos, para ejercer su papel de órgano regulador fuerte e imparcial que dé certidumbre a las inversiones del sector.
En tercer lugar, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), uno de los principales logros de la reforma educativa que vino por primera vez a poner al alumno en el centro, y garantizar, mediante un sistema formal de evaluación docente, que sólo los profesores más capaces puedan estar al frente del aula para así mejorar la calidad de nuestra educación. Estoy convencido de que sólo con una educación de calidad México podrá salir adelante y ganar en un mundo global cada vez más competitivo. A este instituto, el INEE, se le quiere desaparecer. Ya está en el Congreso presentada la iniciativa. Sería un grave error que se llegara a aprobar, aunque por desgracia todo parece indicar que así será.
Estas, y otras instituciones, son un legado al futuro del país. Es obligación de todos hacer que funcionen, que sean útiles y que su aportación sea positiva y duradera. Es muy probable que haya algunos vicios que se tengan que corregir: excesiva burocracia, sueldos exorbitantes, etc., es deseable que se corrijan. Que quede claro que el costo que representan para nuestras finanzas públicas está bien justificado. Se tiene que cuidar que no se conviertan en edificios huecos, que realmente representen una mejoría tangible para los mexicanos. Es obligación de la autoridad hacer que funcionen bien. Finalmente, lo que está en juego es el futuro del país.
Abogado. @jglezmorfin