Establishment y moderación. En el curso de las visitas de las últimas dos semanas a amigos artistas, académicos y políticos de los Países Bajos, el Reino Unido y Alemania, fue inevitable el recuerdo de las primeras reflexiones de Marx en El 18 brumario de Luis Bonaparte y su célebre acotación al dicho de Hegel de que “todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces”. “Pero —puntualiza el autor de El capital— se olvidó de agregar : una vez como drama (o tragedia) y la otra como farsa”. En este sentido me produjo casi una revelación el pasaje del Museo Nacional de Historia de Berlín, correspondiente a la caída del gobierno de Weimar y el ascenso de Hitler.
Atribuidos allí estos hechos, en parte, al debilitamiento de los partidos “moderados” históricos: el social demócrata y el social cristiano, en favor de los “radicales”, el comunista y el nazi, me resultó ineludible relacionar esos partidos moderados caídos en aquella tragedia, con el desprestigio de los partidos moderados históricos caídos hoy en desgracia en varias partes del mundo, identificados despectivamente como el “establishment”. Y en este punto aparecería el consecuente ascenso en estos años de los movimientos “radicales” anti-sistema o anti-institucionales, con Trump a la cabeza, como si se repitiera aquella historia trágica, pero en forma de farsa.
Con un prominente y culto político socialdemócrata a quien no le pedí autorización para citar por su nombre, pasamos entonces revista a la gran coalición gobernante de partidos moderados históricos alemanes, siempre pendiente de un hilo por el avance de los partidos radicales, particularmente de la derecha anti-inmigrante, acaso repetición fársica de la fobia antisemita de casi 90 años atrás. Con un actualizado académico de Oxford le dimos seguimiento a los tumbos tragicómicos del Brexit en el Reino Unido, promovido por nacionalismos anacrónicos, algunos genuinos, otros, farsantes, simplemente montados en la ola nacional populista. Y con todo interesado en el tema, celebramos el fracaso de la más reciente representación bufa de Trump: la derrota de su parálisis gubernamental para presionar al Congreso por fondos para su muro frente a México, así como la recuperación de un partido moderado histórico, el Demócrata, capitaneado en la Cámara por Nancy Pelossi.
¿Más 18 Brumarios? Si de acuerdo al NY Times de ayer, la parálisis gubernamental de Trump le costó en 33 días a la economía estadounidense 11 mil millones de dólares, la parálisis institucional del gobierno del presidente López Obrador ha provocado en Michoacán en estos 16 días, pérdidas por más de mil millones de pesos diarios, sin contar los daños colaterales, entre otros, 2.2 millones de toneladas de insumos varados. Y si bien el presidente mexicano endureció en su mañanera de ayer sus referencias a la CNTE, su determinación de no aplicar la ley ha generado la percepción de empoderamiento por el gobierno federal y su partido de una camarilla sindical aliada que, aparte del cierre de las escuelas, mantenía hasta ayer fuera de circulación el sistema ferroviaro en la entidad, a pesar de haberse satisfecho sus millonarias pretensiones económicas. Y así, si, conforme a un insistente discurso presidencial en el sentido de seguir el ejemplo, entre otros, del presidente Cárdenas, incluyendo el apoyo de su gobierno a determinadas huelgas en procesos de reacomodo corporativo, en versión dramática de la historia, todo indica que las camarillas sindicales que alienta el actual presidente en el magisterio se encargarán de exhibir como farsa la repetición de la historia.
Maduro. Y ya para qué hablar de la pretensión de presentar como repeticiones dramáticas de la historia revolucionaria al régimen de Maduro y a la decisión mexicana de pasarle un balón de oxígeno. ¿No se trata más bien de repeticiones en farsa de los grandes momentos revolucionarios de la historia y de los episodios estelares de la política exterior de México?
Profesor Derecho de la Información. UNAM