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Desde hace años, los críticos de López Obrador han destacado su recurso a contravenir datos oficiales que no le convienen con una respuesta tan general como abstracta: “Tengo otros datos”. Difícilmente dice de dónde salen esos otros datos, simplemente implica que los datos oficiales, los datos conocidos, son falsos y manipulados.
Dicha respuesta ha sido tan persistente que suele utilizarse ya en debates públicos o privados como sarcasmo frente a los obradoristas que se niegan a reconocer algún hecho evidente que contravenga su discurso: “Ya sabemos que ustedes tienen otros datos”.
En realidad la percepción y valoración de lo que acontece es tan distinta entre los obradoristas (con excepciones) y los críticos, opositores y disidentes (conservadores les llama genéricamente AMLO), que se habla de realidades alternas.
Cada grupo o bando percibe la realidad actual de manera radicalmente diferente; unos la ven con gran optimismo y entusiasmo sobre el luminoso destino que se aproxima a México a partir de la profunda transformación que, según ellos, encabeza AMLO.
El bando crítico en cambio ve las cosas bastante oscuras (unos más que otros), desde que la situación seguirá siendo en esencia la misma (y ese es el escenario optimista), hasta que se complicarán en menor o mayor medida. En economía se vislumbra un eventual desastre, en tanto que en materia política se ve una regresión antidemocrática que no se sabe bien cuántos años se van a perder.
Dos realidades alternas diametralmente antagónicas, alimentadas por distintos hechos e información (cada bando tiene “sus datos” e interpretación). Es parte de la polarización que se vive hoy y parece profundizarse en detrimento de la convivencia democrática.
Por cierto, las encuestas a partir de las cuales Morena suele decidir sus candidaturas son generalmente oscuras, secretas, incluso para los mismos participantes (no digamos para el público en general). Ocurrió al elegir a Claudia Sheinbaum como candidata al gobierno capitalino por encima de Ricardo Monreal, que apareció en cuarto lugar cuando sus propios indicadores lo ubicaban en primero.
Vuelve a suceder con la candidatura al gobierno de Puebla; la encuesta oficial de Morena dio por ganador a Miguel Barbosa, pero su rival, el senador Alejandro Armenta, se inconformó ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que sin anular la candidatura de Barbosa, exige a Morena explique el método por el cual fue electo. Habrá que ver si se transparenta la encuesta.
Y en materia de seguridad, el periodista Jorge Ramos afirmó frente al presidente que las cifras de violencia habían subido en estos cuatro meses, según la Secretaría de Seguridad; 8,524 muertes en los primeros tres meses de gobierno (2,841 en promedio mensual).
AMLO respondió, una vez más, que él tenía sus propios datos; en promedio 78.5 por día (que multiplicado por 30 días arroja un promedio mensual de 2,355 muertes). En estricto sentido, bajo esos datos AMLO tendría razón; 2,355 son menos que los 2,841 de la Secretaría de Seguridad que manejó Ramos.
Pero en la perspectiva de los dos sexenios previos las cosas son menos claras. AMLO habló de 250 mil muertes en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto: lo cual arroja un promedio mensual de 1,736 muertes. Es decir, según los datos de AMLO en estos primeros meses sí habría una violencia en promedio mayor que en los 12 años previos.
Desde luego, es difícil concluir si la estrategia de AMLO va funcionando o no, pues no se ha puesto en marcha aún; supongo que habría que esperar al menos un año para empezar a sacar conclusiones más firmes.
El caso es que la guerra de cifras, en las que cada quien tiene sus datos, no aplica sólo a los dos bandos rivales (morenistas versus conservadores), sino dentro del propio gobierno. Así, AMLO contradice frecuentemente a secretarios y subsecretarios de su propio gobierno, a partir de que él cuenta con otros datos, otra información, sobre diversos temas. Cada quien sus datos.
Profesor afiliado del CIDE. @JACrespo1