Jorge A. Chávez Presa

Propuesta de AMLO: nada nuevo bajo el sol

Sólo con evidencia y argumentos es como se puede juzgar si AMLO es un peligro, una bendición u otro político más

25/11/2017 |02:17
Redacción El Universal
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Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es uno de los políticos más influyentes que ha tenido México en lo que va de este siglo. Desde que tomó posesión como jefe de Gobierno del DF, AMLO se ha mantenido vigente, pese a no haber ocupado otro cargo de elección popular. Además, ha sabido incidir en la agenda de este país. Ya fue “presidente legítimo” de 2006 hasta mediados de 2012, y ésta será la tercera vez que contiende por la Presidencia de la República. Ahora lo hará bajo las siglas de Morena.

Si los otros partidos políticos no postulan como candidato (a) a alguien que haya sido gobernador (a), AMLO será el único con el récord de gobernar la economía regional más grande de la República mexicana. No obstante su capacidad de innovación programática en 2001, su Proyecto Alternativo de Nación (SPAN), presentado el 20 de noviembre, para ocupar el cargo de Presidente de la República, no es muy diferente a lo que introdujo en el DF y que luego ha propuesto como candidato.
SPAN es también la mejor referencia disponible para contrastarlo con lo que logró como Jefe de gobierno, y con lo que el gobierno federal ya ha hecho desde 2006 a la fecha con dos administraciones encabezadas por presidentes que provienen de partidos diferentes.

El récord como jefe de Gobierno permite, con base en datos, acabar con mitos de lo que es y no es, y reconocerle lo que sí es capaz de lograr. Sólo con evidencia y argumentos es como se tiene legitimidad para juzgar si AMLO es un peligro, una bendición u otro político más.

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El mérito financiero de AMLO como jefe de Gobierno fue que sus “programas de apoyo social” los llevó a cabo con un endeudamiento mínimo: el saldo de la deuda del DF aumentó sólo en 2.5 miles de millones de pesos a precios constantes de 2017 (mmppc), prácticamente nada. ¿Cómo le hizo?: 1.— Redujo el gasto neto total del DF de 268.3 mmppc en 2001 a 216.1 mmppc en 2005. 2.— Obtuvo mayores ingresos por recaudación propia, participaciones federales y negoció recibir Fortamun. 3.— Disminuyó fuertemente el gasto en inversión pública que, durante ese período, pasó de 41.5 mmppc a 27.5 mmppc. Esto significó muchos baches, “encharcamientos” y otras inconveniencias. 4.— Invirtió muy poco en agua, pero sí gastó en apoyos sociales. 5.— Encargó la obra del “Segundo Piso” a una secretaría ajena a su responsabilidad, y los gastos de esta obra en ese entonces los clasificó como información reservada por 12 años.

6.— La reducción drástica en el gasto corriente se dio en servicios personales. 7.— Castigó fuertemente las remuneraciones de los funcionarios altamente capacitados, y con ello le fue muy difícil reclutar talento. El talento y eficacia de Carlos Urzúa y Arturo Herrera fueron la excepción. De ahí que no sorprenda la corrupción que todos vimos por televisión. 8.—En cambio, lo que sí aumentaron fueron los subsidios y transferencias que mostraron un incremento real de 49.5% con respecto al cierre de 2000. Ahí se gestó el padecimiento que pronto contagió a los presupuestos de egresos de la Federación, de las entidades federativas y municipios: mucho gasto estéril o muchos regalos a costa de poca inversión en infraestructura y en el gasto requerido para mejorar la calidad de los servicios públicos.
No obstante ese mérito en la hacienda pública, la economía del D.F. creció por debajo de la tasa de la economía nacional; la tasa de desocupación aumentó de 2.6% en el 2000 a 4.9% en 2005, y para ese año la tasa de informalidad alcanzó el 51.6%. En el mismo período, la pobreza patrimonial pasó de 28% a 31% de la población.

A AMLO hay que reconocerle que su programa emblemático “Programa de Apoyo Social a Adultos Mayores”, introducido en 2001, fue “copiado” posteriormente por el gobierno federal (2007), los gobiernos estatales y varios gobiernos municipales. AMLO, para afirmarse en la “izquierda”, necesitaba de una contrapropuesta a uno de los mejores programas sociales que ha diseñado el gobierno federal con reconocimiento internacional: el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa) que introdujo el presidente Zedillo en agosto de 1997 para combatir y acabar con el círculo vicioso en el que se encuentra la población atrapada en la pobreza extrema. Aquí también hay una gran diferencia: a Progresa/Oportunidades/Prospera sí es posible evaluarlo; el de AMLO no, pues carece de padrón de beneficiarios.

La propuesta de AMLO llega tarde al 2018. ¿Por qué? Porque sus políticas de gasto público, incluidos programas sociales, ya han sido adoptadas por los tres órdenes de gobierno. En algo sí fue diferente: no sobreendeudó el DF, pero lo hizo al altísimo costo de no expandir y no mejorar la infraestructura de una ciudad como la capital. Su efectividad electoral contagió a todos los gobiernos, y los asesores de AMLO aún no se atreven a decirle que su propuesta no impulsa el crecimiento económico ni reduce la pobreza.

Economista. @jchavezpresa