Con el Paquete Económico (PE) para 2019 nadie puede sentirse engañado. Lo que el candidato Andrés Manuel López Obrador ofreció en campaña ahora lo está cumpliendo como presidente constitucional. Así lo demuestran la iniciativa de Ley de Ingresos y el proyecto de Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación que envió al Congreso de la Unión. Sus promesas fundamentales están contenidas en esos instrumentos jurídicos, tanto a nivel macroeconómico como por el lado de la reducción de impuestos en la frontera. También está la duplicación del apoyo a adultos mayores, así como los nuevos programas de apoyo a jóvenes sin empleo y las becas a estudiantes de universidades públicas, que costarán más de 144 mmdp. Y toda la lista de proyectos nuevos como el Tren Maya, las pistas en Santa Lucía, la refinería en Dos Bocas.

Sin embargo, quien pensara que materializar presupuestariamente estas promesas no significaría recortes para quienes ya reciben recursos del PEF, realmente estaban soñando; no es culpa de quien promete, la culpa es de quien crea que lo prometido es gratuito. Dentro de la restricción presupuestaria todo lo nuevo y la ampliación de algo existente es a cambio de un sacrificio. Las decisiones de qué incluir o excluir, dar más o quitar a otros son las disyuntivas que enfrenta un gobierno, una empresa y una familia. Nadie está exento de ellas.

Si algo hay que reconocer de este primer PE 2019, es que el presupuesto público de 2019 está amarrado a un ancla que es el monto de endeudamiento neto más diferimiento de pagos por casi 540 mmdp. Esto significa que el monto de endeudamiento neto solicitado en términos reales es igual al del último año de gobierno del presidente Peña Nieto. Desde luego, esto no impedirá que el saldo de la deuda pública siga aumentando, lo hará, pero más lentamente. De continuar así, el saldo de la deuda pública a precios de hoy en 2024 estará cerca de los 14 billones de pesos, cuando menos 3 billones más que el saldo actual. Pero si la economía crece a tasas más altas que las observadas, la relación de deuda a PIB disminuirá; por el contrario, si la economía crece a tasas más bajas esta relación de deuda a PIB aumentará con lo que la calificación crediticia podrá sufrir una degradación.

Cuando hay una restricción presupuestaria dura, rígida o inamovible, como lo es el monto del endeudamiento que autoriza el Congreso de la Unión al aprobar la Ley de Ingresos de la Federación, y cuando simultáneamente se hacen dos promesas en el manejo de la hacienda pública —la primera, no aumentar el monto del endeudamiento público, y la segunda, no crear nuevos impuestos ni subirlos, sino al contrario bajar el IVA y el ISR en la frontera—, algo es seguro: hay perdedores en la asignación del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF).

Los perdedores del PEF 2019 lo pagan recibiendo menos. Son damnificados presupuestarios de la disyuntiva. No obstante, también hay ganadores, y los hay de dos tipos: los que ni siquiera se lo proponen, porque hay contratos y leyes que así lo especifican, y los ganadores que tienen su origen en la promesas de campaña del candidato ganador.

La próxima administración tiene desafíos muy complicados que enfrentar. Uno de los más importantes es defender a capa y espada la calificación crediticia que tiene la deuda soberana. De ahí estriba la importancia que tienen de llegar a un buen arreglo con los tenedores de bonos del nuevo aeropuerto en Texcoco, de limpiar a Pemex, tanto en términos operativos como financieros. Disponen de los instrumentos para hacerlo, incluso tienen el capital político para poner en orden la principal empresa productiva del Estado mexicano. Las cifras son implacables: no necesitamos una nueva refinería. Lo que necesita el país es que Pemex destine su ampliación presupuestaria en la conservación, mantenimiento y reconfiguración de las refinerías existentes para elevar su nivel de utilización. Eso incrementa la producción de combustibles automotrices sustancialmente en un volumen mayor al que se obtendría por la aventura de la nueva refinería. También es indispensable invertir detener la caída de la producción de crudo, más aún cuando Ku-Maloob-Zaap ya está en declinación.

El gobierno (timón) federal necesita de un muy buen capitán para el complicado año 2019 que ya se vislumbra. El ejercicio fiscal de 2019 estará expuesto a recortes continuos para respetar el límite de endeudamiento público, y con ello conservar el grado de inversión.

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