Cada día son más evidentes las dificultades de Andrés Manuel López Obrador para comunicarse. Y como el proceso se vuelve cada día más penoso, convendría revisar el estado de salud mental del candidato: ¿está en condiciones de gobernar? ¿Sería posible que además del infarto coronario de hace algunos años haya sufrido también una embolia cerebral?
Morena es una empresa que parece fuera de lugar: se ostenta como partido político, aunque sirve también como refugio familiar de los hijos mayores de López Obrador. (Aquellos que usan tenis de firma de mil dólares y esquían en Vail con el jetset.)
En los últimos días el político tabasqueño ha dado muestras de estar desconcertado, como si hubiera sido despojado inesperadamente de su juguete favorito: la “mafia del poder”, que hasta hoy había sido el leitmotiv de todas sus campañas.
El Peje olvidó que en esta ocasión estaba compitiendo contra un “nuevo PRI”, un partido que acumula cien años de experiencia, recursos prácticamente ilimitados y asesores nacionales y extranjeros de primer orden. El candidato de Morena tampoco imaginó que su oponente sería un tecnócrata preparado y discreto de talla internacional; de reputación intachable y experiencia en la tarea de gobernar.
Por ahora lo único cierto es que López Obrador no va a aceptar los resultados del 1º de julio. Esta afirmación no es consecuencia de prejuicios ideológicos, opiniones de otros analistas o simples corazonadas. Es producto de haber analizado por varios años el modus operandi del candidato de Morena, empezando con el “desafuero”: esa burda “maniobra” de un presidente desorientado que gobernó en pareja bajo el embrujo del “toloache”.
(Después de terminar su sexenio Vicente Fox publicó unas memorias jactanciosas escritas por su asesor texano. Pronto las califiqué de “historias de vaqueros”. Porque en ese documento indignante, donde México queda muy mal parado, Fox asume el papel de héroe, y se jacta de haber descarrilado “a tiempo” la primera campaña de López Obrador).
Necesito decir que hace unos meses, en la fría madrugada del día en que Meade fue destapado como candidato del PRI, descendió de un helicóptero del Estado Mayor en Campo Marte, donde ya lo esperaban para “darle el abrazo” (a pesar de la hora y el frío) Vicente Fox y la “eterna” señora Marta. No querían que los Calderón les ganaran la partida…
(Hablando de los Calderón, apareció en EL UNIVERSAL una nota preocupante. Dice que el ex presidente Calderón se comunicó con EPN para solicitarle que, a pesar de las inconsistencias en las firmas, apareciera Margarita en la boleta. ¡Cuidado Margarita! Cuentas con todo mi respeto y apoyo, y el de muchos admiradores que deseamos que seas la primera Presidenta. Pero involucrar al ex presidente en el proceso destaparía el tema de la guerra de los 100 mil muertos…).
Analista político