Me hubiera gustado titular esta colaboración algo así como “2017: El mejor año para México” y haber plasmado que, por fin, terminó la larga pesadilla neoliberal de los últimos 30 años; que Peña Nieto reconoció los errores cometidos; que confesó haber protegido a funcionarios corruptos; que ofreciera devolver a los pobres los miles de millones de dólares que ha gastado para mejorar su imagen; que se equivocó en el combate a la delincuencia y que pediría a la Corte declarar inconstitucional la Ley de Seguridad Interior.

También, que habría decidido un retiro anticipado de la Presidencia para permitir elecciones libres y democráticas, y facilitar el cambio de régimen y la reorientación del rumbo del país.

Me hubiese gustado decir en esta colaboración que, en un examen de conciencia, López Obrador aceptaría que es una locura su propuesta de amnistía a los capos de la droga.

Y así, muchas cosas buenas, como aquella vieja canción del español Paco Ibáñez que terminaba diciendo: “Todas estas cosas había una vez, cuando yo soñaba un mundo al revés”. Seguro tuve esa tentación aprovechando que hoy es “Día de los Inocentes”, propicio para las bromas de humor negro; pero se me hizo demasiado cruel.

Por eso, en lugar de renegar sobre lo que tenemos o de caer en el mero sueño del “érase una vez”, lo mejor es hacer un corte de caja de fin de año y proponernos seguir trabajando para hacer realidad los mejores sueños de la gente.

El gobierno de Peña empezó con buenos propósitos. Teniendo instrumentos y reformas para respaldarse, terminó tirando todo a la basura y su recuento es: más pobreza, inseguridad, desencanto, y amenaza de usar al Ejército para evitar la ineludible derrota del PRI en las urnas.

El dizque “candidato ciudadano” del PRI, surgido a la vieja usanza del dedazo presidencial, cobijado por los eternos dinosaurios de esa rancia y corrupta clase política, es más de lo mismo, aunque diga que nos llevará a ser “potencia mundial”, primero que nos explique los 20 mil millones de dólares que ha costado evitar una devaluación por la necedad del gobierno en mantener un modelo económico fallido y con la certeza de que la economía caerá aún más. Sin duda que: ¡Aunque la mona se vista de seda, mona se queda!

Por otra parte, AMLO es el viejo régimen con ropajes de opositor radical que cree que con su sola llegada se resolverán los problemas del país. Ofrece las mismas recetas de un modelo fracasado; ofrece acabar con la corrupción de “la mafia del poder” rodeándose de personajes inmorales de la banda delictiva de Elba Esther Gordillo, Eva Cadena, y empresarios vinculados al régimen del dictador Pinochet de Chile.

Sin duda, los problemas se han agudizado en la última década. Es necesario enfrentarlos con nuevas ideas, propuestas que partan de reconocer el forzoso cambio de régimen presidencial por un gobierno de coalición que cuente con la participación de la sociedad en la toma de decisiones; que corte de tajo los hilos de la corrupción aplicando la ley; utilice la extinción de dominio para desactivar el lavado de dinero; y rediseñe la estrategia de combate a la delincuencia con policías eficaces y evitar la militarización del país.

Ir por un régimen que destine recursos a la inversión productiva, a la educación, la ciencia y tecnología para reactivar la economía, crear empleos y más oportunidades para los jóvenes; y se establezca una política de recuperación al poder adquisitivo de la gente. La coalición Por México al Frente ofrece la oportunidad de generar cambios. Estos son los nuevos y muy realistas propósitos para el 2018. ¡Feliz Año!

Vicecoordinador de los diputados del PRD

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