Sobran los temas de actualidad internacional, con elecciones importantes en varios países, guerras en muchas partes, el futuro de Europa en juego entre una interminable y desastrosa salida de Inglaterra de la Unión y unas elecciones que bien pueden poblar el parlamento europeo de enemigos de Europa. Sobran también los temas de nuestra actualidad nacional, pero hay un tema que es a la vez internacional y nacional, el tema mayúsculo del cambio climático en forma de recalentamiento. Un tema que los políticos no mencionan porque su miopía, en forma de calendario electoral a corto plazo, no se los permite. En Europa, son los jóvenes, muy jóvenes, que empiezan a salir a la calle para exigir a los adultos, mayores, a veces muy mayores que detentan el poder político y económico (no son los mismos, en general), una nueva y valiente estrategia para enfrentar el cambio climático.
Nadie podrá anticipar cuándo vendrán los desastres en forma de violentas tormentas, largas sequías, diluvios devastadores, con las consecuencias económicas que arruinarán regiones enteras y empujarán a millones de personas a migrar. Históricamente, los episodios de desastres climáticos han provocado siempre violencia, guerras civiles, guerras regionales, grandes migraciones. ¿Veremos algún día nuestra población abandonar la Tierra Caliente y las costas para refugiarse en el altiplano?
Usted puede hojear la prensa internacional de las últimas semanas o buscar la información en pantalla: “El hielo se resquebraja bajo los pies de Alaska”: inviernos más cortos, primaveras anormalmente cálidas derriten glaciares y ríos, alterando la vida no sólo de los hombres, sino de la fauna y flora. Lo que cuenta el Journal of Geophysicla Research: Atmospheres es impresionante, para no decir aterrador. ¡Que no cunda el pánico, sino la toma de conciencia! En Alaska, el deshielo de las montañas alcanza una velocidad sin precedente en los últimos 400 años. Nosotros, pronto dejaremos de hablar de “nevados”, de Toluca, Colima, Orizaba y no veremos nieve en el Ixta ni el Popo.
Una expedición científica estudia el impacto del cambio climático en el inmenso continente antártico que reúne el 90% de todo el hielo del planeta. El retroceso del hielo, que pueden ver los turistas mexicanos que van al Sur de Chile y Argentina, afecta ya a los ecosistemas marinos; en la península más cercana al cabo extremo de América del Sur, la temperatura subió 2.5 grados en los últimos cincuenta años. Nadie se atreve a predecir las consecuencias de un fenómeno que se puede representar de la manera siguiente: el hielo que desaparece cada año cubriría toda España (El País, 17 de abril 2019).
Ese largo rodeo para decir que tenemos una sola tierra y que tenemos todos una pequeña responsabilidad en ese fenómeno; basta con ver la cantidad de plástico que consumimos cada día de mil maneras. Pero somos los espectadores (hay actores que no son ni usted, ni yo) de un desastre permanente que sí se podría remediar: la quema anual entre diciembre y junio que practican masivamente agricultores, ganaderos y el personal encargado de las carreteras y autopistas. En Semana Santa, de México hasta Zamora, Michoacán, de Zamora a Aguascalientes y de Aguascalientes a México, el cielo estaba velado por el humo. Vi miles y miles de hectáreas chamuscadas, tierras de labor, pero también el monte, el chaparral, el gran tunal, la mezquitalera y los bosques. Muchos agricultores estiman que el fuego es lo más barato para “limpiar” y preparar la labor y otros siguen creyendo, contra toda la ciencia, que así fertilizan la tierra. En cuanto a los encargados de quitar el pasto seco a lo largo de las carreteras, no les importa que el fuego recorra kilómetros cuadrados muy alejados de las vías.
Hace 39 años, que cada año, en esa temporada, denuncio esa agresión contra el medio ambiente que contribuye casi tanto como los coches al calentamiento global. Pedí a dos presidentes poner todo el peso de la propaganda estatal para poner fin a la quema. ¡Ojalá y el presidente López Obrador aproveche la gran audiencia de sus conferencias de la mañana! para lanzar la gran campaña indispensable contra la nada santa costumbre de la quema.
Historiador e investigador en el CIDE.
jean.meyer@ cide.edu