Más Información
“Vamos a dar apoyo a los pequeños agricultores por sequía en Sonora”; Claudia Sheinbaum instruye a Berdegué
Derrota de México en disputa por maíz transgénico contra EU; estos son los argumentos de Sheinbaum y AMLO para prohibirlo
Óscar Rentería Schazarino, ha operado contra CJNG, Viagras y Templarios; es el nuevo secretario de Seguridad en Sinaloa
Claudia Sheinbaum pide respeto para Maru Campos; gobernadora anuncia acuerdo para transporte público
Claudia Sheinbaum anuncia los Centros de Cuidado Infantil en Chihuahua; inaugura hospital en Ciudad Juárez
En 1960, Raymond Aron publicó un artículo formidable sobre el estratega ateniense, historiador de la guerra que vivió, la del Peloponeso (431-404 AC). Señalaba la analogía impactante entre esa guerra tan lejana y la de 1914-1918; la primera terminó con la derrota de Atenas, la segunda con la derrota de Alemania, la primera fue el suicidio de Grecia, la segunda, el suicidio de Europa. En ambos casos, parece que nadie quiso lo que ocurrió. Aron, después de anotar que los especialistas en relaciones internacionales no se cansan de utilizar a Tucídides para entender las relaciones (y las guerras) entre los Estados modernos, sobre la base de lo que dice el historiador antiguo sobre las relaciones entre las ciudades griegas. Lo que Aron subraya es que la guerra griega se explica por el temor de una potencia antigua, Esparta, frente a un rival tan reciente como dinámico: Atenas. En el caso de la Primera Guerra Mundial, es Inglaterra, la potencia asentada después de derrotar a España en el siglo XVII y XVIII, y luego a Francia, que le teme a la nueva potencia, el recién nacido imperio alemán que le gana en potencia económica y amenaza la incontestable superioridad de su armada.
No sé si Graham Allison ha leído a Raymond Aron, pero ha leído a Tucídides en griego y publicó, en inglés, Destinados a la guerra: ¿Pueden Estados Unidos y China escapar a la trampa de Tucídides?. Lo que llama “la trampa de Tucídides”, es lo que decía Raymond Aron: la guerra puede surgir, sin que nadie la busque, cuando una potencia en pleno crecimiento reta la hegemonía de la potencia hasta ahora dominante. Cita a Tucídides: “Lo que volvió inevitable la guerra fue el poderoso crecimiento del poderío de Atenas y el miedo que eso inspiró a Esparta. Ponga usted a China en lugar de Atenas y Estados Unidos en lugar de Esparta, y Tucídides está con nosotros.
Hojeo mi expediente sobre China. En octubre de 2015, encuentro varios artículos especializados sobre la construcción de una poderosa y moderna armada china; la conclusión es que Pekín ya no acepta que Estados Unidos siga siendo el que controla con su armada el Pacífico asiático. Eso me recuerda la Alemania de Guillermo II retando a Inglaterra: “nuestro porvenir está en el mar”, lo que desató una carrera armamentista naval entre las dos potencias. En el mismo mes, poco después de la visita del presidente Xi Jinping a Washington, el Pentágono lanzó una advertencia a China de que no intentara controlar los mares de Asia. ¿Hizo caso China? Leo en la misma prensa especializada en asuntos militares, en agosto de 2018, que la armada china es la primera fuerza naval en el Pacífico.
En octubre de 2015, Timothy Garton Ash afirma que el mayor reto del próximo presidente estadounidense será “conseguir que el gigante asiático deje de representar una amenaza de guerra” y que las dos potencias están condenadas a entenderse. ¡Ojalá! En 1913, en Europa se decía que Inglaterra y Alemania estaban condenadas a entenderse. “Esta es la tragedia de una política en la que tanto nos jugamos todo”, concluye Ash.
En agosto de 2016 Gideon Rachman, que había visitado a China por primera vez cuando la Pax Americana estaba en su apogeo, en los años 1990, encuentra que el ascenso de China está volteando el orden global y poniendo fin a la dominación occidental. Rachman escuchó en noviembre de 2015, al presidente Xi Jinping en Pekín comentar las ambiciones chinas, antes de tranquilizar a los que lo escuchaban con esa frase: “todos debemos trabajar para no caer en la trampa de Tucídides, a saber, las tensiones destructivas entre un poder emergente y el poder existente”. (Financial Times, 6 de agosto, 2016). Xi Jinping citaba textualmente a Graham Allison, lo que demuestra que sigue con atención el debate americano sobre el ascenso de China. En otoño de 2018, la prensa mundial recuerda que Pekín no deja de reforzar su presencia económica (y por primera vez, militar) en África, y que hace lo mismo en Centroamérica para mayor molestia de Estados Unidos. Sin comentarios.
Investigador del CIDE.
Jean.meyer@ cide.edu