Javier Lozano

Traidores

04/09/2017 |01:17
Redacción El Universal
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El pase automático de procurador general de la República a fiscal general está previsto en el artículo décimo sexto transitorio del decreto de reforma constitucional al 102, publicado en enero de 2014 y firmado por Ricardo Anaya como presidente de la Cámara de Diputados. De hecho, esta enmienda fue aprobada por todos los senadores del blanquiazul y 110 diputados del mismo partido.

Más aún, el proyecto de legislación secundaria que ratifica el pase automático fue aprobado por la Cámara de Diputados el 10 de diciembre de 2014 con 96 votos de legisladores panistas, incluida la suplente de Ricardo Anaya (pues él andaba en campaña). Luego, en octubre del año pasado, el entonces senador Raúl Cervantes fue ratificado como procurador general de la República con el voto unánime del PAN y el visto bueno de Anaya, con pase automático incluido.

Poco se hablaba de esto hasta que vinieron las notas periodísticas relativas al patrimonio de Anaya. Entonces, él habló de amenazas cuando en realidad EL UNIVERSAL advertía del reportaje por venir y quería tomar su posición al respecto. De ahí surge un improvisado pronunciamiento en la Comisión Permanente del PAN para rechazar el fast track. Anaya se envuelve en la bandera del #FiscalCarnal para victimizarse ante los embates periodísticos, declara una absurda guerra al PRI y se desata la crisis que estamos viviendo.

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En el Senado, al PRI correspondía la presidencia de la Mesa Directiva y, sin embargo, se la ofrece al PAN siempre y cuando —dijo Emilio Gamboa— la propuesta sea satisfactoria para su propio grupo. El coordinador del grupo parlamentario del PAN llevó dos nombres de compañeras nuestras a sabiendas de que serían rechazadas. Se lo advertimos. Fue humillante para ellas y a él no le importó. Gamboa puso sobre la mesa los nombres de Mariana Gómez del Campo y Pilar Ortega. Herrera dijo no y jamás lo comunicó al grupo. Luego, prefirió mantener una supuesta posición de dignidad y hasta perder la posición ofrecida con tal de que no llegara Ernesto Cordero, por instrucciones y fobias de Anaya. Lo que en realidad quería Herrera es que, en la crisis de la negociación, le cayera a él la presidencia de la Junta de Coordinación Política, también en manos del PRI.

Herrera pidió a los panistas no acudir al salón de sesiones, no pasar lista, no votar, romperlo todo. Era una irresponsabilidad y una trampa. Cuatro compañeros decidimos acompañar a Cordero a registrar su candidatura y votar en la sesión. Logró 77 de los 82 votos emitidos. Estos fueron de todos los partidos, incluidos PT y Morena. En su rabia, porque las cosas no les salieron, ahora hablan de traición y amenazan con expulsarnos por no seguir la línea del grupo y por un supuesto acuerdo de avalar a Raúl Cervantes como fiscal general. Así de intolerantes y miopes. Por cierto, el combate a la corrupción no le corresponderá al fiscal general, sino al fiscal anticorrupción (que no se ha nombrado).

Como se puede ver, tenemos una dirigencia (y fieles escuderos) que mucho se asemejan a la rancia y fallida presidencia de Roberto Madrazo en el PRI. Amenazas, presiones, obsesiones, mentiras y traiciones. Actuando así fueron a dar al tercer lugar en las elecciones de 2006. Y para allá vamos.

Maestro de la Escuela Libre de Derecho