Cuando a Mara Castilla le privaron de la vida, nos arrebataron a todos un poco más del oxígeno depositado en el tanque de la confianza, cuyo manómetro acerca más las manecillas del reloj a los números rojos. La violencia en contra de las mujeres no es un asunto privativo de Puebla ni de una empresa, lamentablemente es una condición con la que nos enfrentamos con mucha frecuencia en México.

Sea violencia verbal o física en el hogar, sea abuso sexual o feminicidio, todas son agresiones contra las mujeres que no podemos aceptar, que no podemos permitir y que estamos obligados a castigar con tal severidad, que desalienten a futuros agresores y a los delincuentes les hagan pagar por sus fechorías de forma ejemplar.

A Mara Castilla no le privó de la vida su gusto por salir a divertirse, ni tampoco es la libertad de que gozan los jóvenes la causa de sus males. Se trata de un sistema de justicia ineficiente y reactivo, que siempre llega tarde, y al que de poco sirve tener cámaras de vigilancia, que no sea más que, para reconstruir los hechos, y en el mejor de los casos aportar evidencias en un proceso.

A Mara Castilla no le privó de la vida su forma de vestir ni sus costumbres, pues no es con conductas moralistas como vamos a cambiar las antisociales; las primeras quedan dentro de la responsabilidad de las familias, el punto es cómo el sistema de justicia en México va a coadyuvar para terminar con la violencia en el país, para que esta deje de ser el tema que más nos angustia a todos y más daños ocasiona a la mayoría.

No es tampoco un problema de cultura, porque en México son más las personas buenas, son mayoría los honestos y trabajadores. No es una tara ancestral, es en todo caso un llamado de atención para que desde las aulas, pedagogos y autoridades pongamos más énfasis en llevar a la par, la información con la formación.

Lo ocurrido a Mara Castilla desde luego nos causa indignación, y nadie tiene derecho a callar, nadie tiene derecho a permanecer omiso, cada uno dentro de nuestras responsabilidades debemos encontrar la forma de apoyar para acabar con las conductas de violencia en contra de las mujeres.

Lamentablemente la condición en que perdió la vida esta joven nos produce angustia. El asesino le arrebató el último aliento y a todos nos ha robado más tranquilidad y seguridad, nos ha puesto en alerta roja, nos ha restado del ya menguado capital de la confianza en las instituciones, y nos condiciona a invertir más en seguridad y protección de nuestros seres queridos.

Quienes somos padres de familia, hoy vemos cómo nos aumenta la zozobra al aceptar primero que no podemos confinar a nuestros hijos dentro de casa, y saber que al salir se exponen a ser víctimas de actos tan graves como el cometido por ese sujeto, hombre es una palabra que le queda muy grande, que apagó la vida de una persona que no conocía.

Es cierto Karen, ninguna familia merece lo que le pasó a la tuya.

Descanse en paz Mara Fernanda Castilla Miranda y nuestro más profundo y sincero pésame a su familia.

Vicepresidente de la Cámara de Diputados

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