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Este fin de semana se confirmó en Morelos el deceso de un empresario respetado y reconocido por su trayectoria familiar, personal y vocación de servicio a la comunidad; su cuerpo fue hallado en Taxco, Guerrero, luego de que fue privado de la libertad días antes.
Rafael Aramburu Hernández fue víctima de lo que combatió en vida, porque fue significativa su lucha por la seguridad pública, participó en las iniciativas de varios gobiernos para ese fin, y a su vez fue crítico cuando éstas no respondieron al sentir de la comunidad.
Lamentablemente acontecimientos como estos se producen a diario a lo largo y ancho de la República, los índices de secuestro, homicidio y robo son alarmantes en amplias regiones de México; mas esto no puede lastimar nuestra capacidad de indignación. No podemos acostumbrarnos a vivir con esta realidad, con la que nos podemos topar cualquier día, en el momento más inesperado.
El video mostrado en cadena nacional de lo que ocurrió en Mixcoac, en la Ciudad de México, cuando dos sujetos armados son capaces de detener el tráfico y despojar a una familia de sus pertenencias nos deja fríos de solo suponer que cualquiera de nosotros puede ser la siguiente víctima.
En Morelos la situación es peor; en esta misma semana que conocemos del deceso de Aramburu Hernández, en una de las avenidas más transitadas de Cuernavaca, que se conoce como “la calle del taco”, otro hombre fue atacado y al negarse al asalto fue baleado sin oportunidad de bajar del auto.
Ante tan graves sucesos no tenemos derecho a callar, es momento de denunciar lo que estamos viviendo, este acontecimiento no es un hecho aislado, forma parte de una cadena de signos violentos y graves, como los que se conocieron en la internet, donde de rodillas el presidente municipal de Mazatepec es amenazado por la delincuencia, y a los pocos días asesinado su secretario particular en su mismo domicilio; o como los hechos que sucedieron en el año 2016, cuando la ex diputada federal y presidenta municipal de Temixco, fue asesinada en su casa al segundo día de haber tomado posesión del cargo.
¿Qué más tiene que pasar para que las autoridades federales intervengan en Morelos?
Llevamos cinco años con un nuevo modelo de seguridad, se apostó todo para implementarlo y hacerlo vigente; recursos humanos y materiales invertidos sin precedente; un mando único que al asumir toda la responsabilidad bloqueó al resto de los que podríamos formar parte de la solución; contamos hasta con un nuevo cuartel militar en un espacio conocido como los Lagartos en la frontera con el estado de Guerrero; y la seguridad pública en Morelos a nadie tiene satisfecho.
Como legislador federal representante de ese estado, demando de las autoridades federales intervención y respuesta ante un clima de violencia que rebasa a la ordinaria, y que está francamente bien organizada ante una población inerme.
Vicepresidente de la Cámara de Diputados