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Millones de niños y jóvenes regresan este día a clases después de las celebraciones decembrinas, lo harán también sus maestros, seguramente con los mejores propósitos. Deseo para todos el mejor de los años.
Conviene reflexionar en estos momentos sobre la educación en México porque es la más importante de las apuestas que hacemos como nación para lograr un futuro promisorio para nuestros hijos, y para aspirar a tener un país grande, próspero y más humano.
La educación ha dejado de ser sólo una tarea del Estado para transformarse en una actividad donde la sociedad está obligada a participar activamente, para lograr el enfoque de la educación como un derecho humano fundamental que garantice tres aspectos: el acceso a la educación, es decir, contar con posibilidades objetivas de disponer de una oferta educativa suficiente; la permanencia en el centro escolar, expresada como un derecho a trayectoria educativa sin rezago, es decir, que los educandos egresen a la edad pertinente para incorporarse al campo laboral y, por último, el logro de aprendizajes útiles, que hagan al estudiante sentir que el aprendizaje es significativo para sus vidas.
Así que los padres de familia no podemos estar contentos con sólo enviar a los hijos a la escuela, sino que estamos obligados a velar y comprobar que el servicio educativo que nuestros hijos reciben, corresponda al más amplio concepto de calidad para la transformación de sus vidas.
Las reformas a nuestra Constitución, promovidas desde el Congreso en junio de 2011 para garantizar que la educación se reconozca como un derecho humano fundamental, y la adecuación del 2013 para establecer la obligación del Estado para garantizar educación de calidad, son premisas a las que debemos acercarnos cada día. Debemos sentirnos satisfechos de que en México el promedio de escolaridad sea de 9,2 grados, lo que es igual más de una secundaria completa, lo que mejora entre los jóvenes de 25 a 34 años donde el promedio de escolaridad sube a 10,6 grados.
Sin embargo, debemos tener presente que para avanzar hay que evaluar y reconocer dónde debemos poner mayor esfuerzo. Por ejemplo:
—Aunque la educación preescolar desde el año 2008 es obligatoria para niños de 3 años, apenas el 42.8% asiste a la escuela, es decir, 1 millón 300 mil infantes pierden la oportunidad de iniciar su desarrollo escolar temprano.
—Un número aproximado de niños de entre 12 y 14 años no está en la escuela, por alta deserción en nivel secundaria.
Particular reflexión merece el Estado de Morelos al cual represento, donde los resultados de la evaluación Planea nos colocan con bajos resultados en materia educativa y debajo de la media nacional con apenas 16.5 puntos en lenguaje y comunicación, así como 16.0 en matemáticas; muy lejos de entidades punteras como la Ciudad de México, donde los puntajes de 28.4 y de 28.2.
Vicepresidente de la Cámara de Diputados.