Jaime Valls Esponda

Jóvenes: participación, conocimiento y generosidad

26/09/2017 |01:14
Redacción El Universal
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Algunas naciones son grandes por sus recursos naturales, otras por su productividad y unas más lo son por su gente. Entre éstas se encuentra, notablemente, México. La extraordinaria contribución de los mexicanos se suele ver en todo momento: en la alegría de sus celebraciones festivas, en su cultura profunda y en sus tradiciones. Esto, que es muy valioso y nos da originalidad, lo es aún más en la desgracia porque nos da identidad. Todas las sociedades, parafraseando a Tolstói, son iguales cuando son felices pero cada una sufre su desdicha de manera distinta.

México es una gran nación porque su gente y, en especial, sus jóvenes han sabido estar en los momentos difíciles, en las grandes pruebas. Son la representación entusiasta del compromiso, la unión y la generosa solidaridad. Los recientes sismos han hecho renacer entre los jóvenes una especie de memoria del futuro: ésta es la nación que los une y les da identidad pero, sobre todo, la tienen que reconstruir con sus propias manos, piedra por piedra, no tanto porque es la que tienen, sino porque es ella quien en esta desdicha los va haciendo suyos, a través de la activa participación.

Para la ANUIES es un sensible privilegio apreciar que trabajamos con lo mejor de México, que es la solidaridad y la entrega de sus jóvenes. Los hemos visto y acompañado en las brigadas incansables para rescatar a las víctimas de los terremotos, lo mismo en la inmensa capital del país que en las zonas rurales donde la catástrofe ha sido en verdad devastadora. En las nuevas formas de nombrar lo antiguo a esta capacidad de renacer se le llama hoy resiliencia. Y los mexicanos, acaso sin saberlo en sus méritos, lo son de manera destacada: maestros resilientes de una nación que no sabe ni quiere nunca darse por vencida. Algunos derrumbes han ocurrido en instituciones educativas con todo el drama humano que ello representa: perdemos no sólo infraestructura y escuelas sino el tesoro de jóvenes que dejan, con la vida, el futuro y la esperanza. Por eso, al ver a los que acuden a los centros de acopio, que llevan y traen despensas y materiales médicos, los que se suman ya a las tareas enormes de la reconstrucción, el país puede esperar que ellos, sus mejores hijos, han de cumplir con creces, como lo han venido haciendo, el gran compromiso de mantener vivo y en pie a México.

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Ahora, después de la emergencia, es necesario que la ANUIES apoye con la mayor resolución la tarea de alzar la casa de la nación a través del conocimiento. Las instituciones asociadas están llamadas a organizar a los jóvenes especialistas, a hacer revivir las tradiciones de la gran ingeniería y arquitectura mexicanas, sus notables técnicos y expertos en mecánica de suelos, en resistencia de materiales, para responder con conocimientos probados a lo largo de los años, a los requerimientos de comunidades y ciudades edificadas en un territorio de permanente actividad sísmica. De este México vulnerable a los desastres naturales no podemos ni queremos irnos. Los jóvenes que hoy empiezan a recibirlo, literalmente, tendrán que seguir siendo solidarios para que su capacidad de levantarse sea, además de la generosidad, con conocimiento, ciencia y tecnología. Esta es la aportación que se espera de las universidades. Hoy México tiene más conocimiento y mayor participación que hace treinta y dos años, nuestro deber es seguir incrementándolos a través de los jóvenes.

Estamos seguros que los profesionales de nuestras instituciones se sumarán para demostrar que la resiliencia mexicana no es obra de la casualidad, sino que es el sello de la identidad y unión de los que configuramos nuestra gran nación.


Secretario general ejecutivo de la ANUIES.
 jaime.valls@anuies.mx
@ jaimevalls