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No imagino la desesperación que debe sentir un padre para lanzarse a un río con su pequeña a cuestas esperando cruzarlo. O lo que debe sentir una madre que implora con el rostro transfigurado por el llanto pidiendo atención médica para su hijo. En los días pasados no hemos dejado de observar imágenes brutales de desesperación provocadas por el deseo de migrar. De personas hacinadas o a la espera de un permiso que les permita transitar por nuestro país. Estas imágenes son producto de la política migratoria actual, adoptada como moneda de cambio en una negociación económica. Los derechos de los migrantes no importan, lo que importa es detener la amenaza tarifaria. Utilizar elementos de instituciones de seguridad pública en labores de contención migratoria tampoco importa, lo que importa es contener el flujo migrante por 45 días. ¿Y luego qué?
No parece haber una política migratoria a largo plazo por parte del actual gobierno. Lo que queda claro es que al terminar los 45 días, el presidente Donald Trump seguirá en campaña de reelección presidencial y que los flujos migratorios en nuestro país no habrán cesado. Ante esta situación lo que se avecina después de terminado el plazo de prueba es un alza en la improvisación y la saturación ante la crisis migratoria.
Improvisación y recortes. Improvisación por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores que decidió entrar al juego político electoral de la campaña de reelección de Donald Trump. Bajo la excusa de estar protegiendo a migrantes de traficantes de personas, se están violando derechos humanos a diestra y siniestra. El resultado es evitar su tránsito hacia la frontera norte cueste lo que cueste. Por otro lado y debido a los recortes, el Instituto Nacional de Migración no cuenta con los recursos para procesar las solicitudes de asilo, ni los permisos de tránsito, ni las necesidades básicas de los migrantes. Como el flujo migratorio no va a cesar, nos quedamos en México con una enorme cantidad de personas sin una situación migratoria definida, hacinados y sin poder recibir la atención que requieren.
Saturación. Un tema del que poco se ha hablado respecto a esta crisis migratoria tiene que ver con el tema de las personas deportadas de Estados Unidos hacia nuestro país. Ya sean mexicanos o de otras nacionalidades, estas personas requieren de atención y de una solución a su situación migratoria o de una serie de papeles que regularicen su permanencia en nuestro país. Lo que tenemos a la vista es una saturación, debido a la intensificación de deportaciones por parte de Estados Unidos y de una ineficacia de parte del gobierno mexicano por atenderlos a todos. Lo que los deja en un limbo legal en el que no pueden acceder a servicios básicos. Si no se empieza a diseñar una política migratoria a largo plazo, lo que veremos será una saturación de migrantes y deportados en nuestro país y un posible colapso de las instituciones dedicadas a atenderlos. Urge pensar en una política migratoria a largo plazo y dejar de entrar al juego político con el que Donald Trump busca su reelección.
Ayer falleció José Delgado, mexicano que vivía en Estados Unidos con su familia y que fue deportado a la Ciudad de México en abril de este año. Murió a causa de una intoxicación al esperar la regularización de su situación en un centro de rehabilitación utilizado como albergue. José murió sin tener acceso a seguridad médica en su propio país, ya que las autoridades decían que los documentos que probaban su nacionalidad eran falsos. Si esto viven nuestros propios connacionales al ser deportados, qué les espera a los migrantes en nuestro país.
Directora Ejecutiva de Impunidad Cero