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La arquitectura española siempre ha gozado de buena fama y prestigio internacional y uno de sus emblemas es el proyectista catalán Ricardo Bofill, uno de los arquitectos más prominentes del mundo.
Su Taller de Arquitectura ha creado el complejo urbano Antigone de Montpellier, una de sus obras cumbres, y la galería Les Halles en París, entre muchas otras que le dieron renombre en Francia, donde en fechas recientes realizó las oficinas matriz de las empresas de moda Dior, Desigual y Rochas.
Es responsable del diseño de los Jardines de Turia de Valencia, los condominios Walden 7 de Barcelona y los aeropuertos de Barcelona, y Quingdao, en China, por mencionar algunos de sus trabajos.
Bofill ha decidido sumarse al boom de lujo en la renovada ciudad de Miami, cuya venta de bienes raíces se repuso de la crisis del 2008 a lo grande. El arquitecto creó el proyecto residencial 3900 Alton , en Biscayne Bay.
“Miami es como Venecia, un conjunto de islas que flotan sobre un mar extremadamente bello; por eso es ideal para el asentamiento urbano, especialmente en los distritos de Miami Beach, Fisher y Collins y sus aguas colindantes”, dice Bofill en exclusiva para EL UNIVERSAL.
Si bien el debut de Taller en Estados Unidos fue en 2003 con la residencia Ananda , que su hijo, el también arquitecto Ricardo Bofill Maggiora, creó para su entonces pareja, la cantante Paulina Rubio, Bofill Leví trabaja por primera vez en Miami con este complejo de 78 residencias con vista a mar abierto.
Fiel a su estilo de espacios urbanos integrados a las ciudades, “basado siempre en los principios del Mediterráneo, donde el espacio, y no tanto el objeto, son los protagonistas”, 3900 Alton es una estructura de cristal con un espacio exterior que mira a la bahía “bajo la luz del oeste, donde se hace un homenaje al skyline de Miami; esto refleja la coreografía de espacios que interactúan entre sí para maximizar un estilo de vida sofisticado”.
En lugar de jardines, Bofill implementó un esquema botánico para aportar un carácter ecológico –además de la sustentabilidad con que la propia estructura contará en materia de servicios–, “estos elementos verdes son la base de nuestros valores como taller”.
Bofill se considera un arquitecto de su tiempo, pero al mirar sus obras del pasado se siente muy orgulloso, especialmente de aquellas que aportaron un cambio a la sociedad; la famosa ciudad urbana de Montpellier, a la que define como un “distrito inteligente”, es una de ellas, que además, lo volvió mundialmente famoso.
“Hicimos un barrio lineal con carácter social para personas de bajos recursos. Lo fabricamos con una tecnología a punta de concreto para crear un sistema de plazas articuladas con hermosas fachadas de piedra artificial; la idea era darle a los habitantes la posibilidad de vivir en aquellos palacios suntuosos del pasado”.
La preocupación por el mundo superpoblado, “cada vez más inteligente, tecnológico y globalizado”, es parte de su foco como creador.
“Debemos integrar la sustentabilidad y planificarla para un mundo de nueve billones de personas que no tendrán los recursos naturales con los que nosotros vivimos; ese es el gran reto del nuevo urbanismo”.
A su lado trabajan sus socios Peter Hodgkinson y Jean-Pierre Carniaux, y sus hijos, Pablo, quien es economista, y Ricardo Bofill Jr.