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Con formación académica de diseño industrial y sensibilidad de artista plástico, Félix Blanco incursionó en la arquitectura hace dos décadas. En la actualidad, el despacho homónimo que encabeza se acerca a los 500 proyectos realizados y sigue creando hogares cálidos para clientes que deciden apostar por la creatividad y el detalle.
“Me dedico a diseñar tiempo completo, a atender clientes y supervisar las obras como si fuera mi propia casa. La calidad es lo primero y lo más importante, además debe haber un abuso del detalle. Soy fanático de las cosas detalladas.”
El camino de Blanco fue un lienzo en el que se trazó su renombre proyecto tras proyecto. El inicio fue inesperado y lo ha llevado al renombre en el medio arquitectónico. “Al salir de la universidad inicié un negocio de exportación de vajillas a Estados Unidos. Con el tiempo me di cuenta que repetir el mismo producto muchas veces me aburría”. Y agrega: “Un amigo me pidió que diseñara su casa porque todas las mías eran muy hermosas. Contraté una constructora e hice todo el interiorismo desde cero, guiado por la intuición. Al mes de terminar, llegó mi segundo cliente pidiendo un restaurante”.
En la actualidad su equipo consta de 30 personas entre colaboradores, diseñadores, arquitectos e ingenieros. “Nos hemos enfocado a residencia y hacemos el diseño, la construcción y el interiorismo. Nosotros no vendemos proyectos si no los construimos”, acota.
La realización de un proyecto desde el inicio hasta el final es su forma de trabajar. “Hemos hecho la prueba y difícilmente una constructora cuida el nivel que nosotros exigimos. Sentimos que si no lo hacemos nosotros, no se aprecia todo lo que en equipo sumamos al proyecto y todo lo que dibujamos y proyectamos”.
“Me gusta sumar gente joven, porque lo que temo es repetirme. Así que siempre hay gente nueva y personas haciendo cosas específicas”, dice Félix Blanco, quien busca clientes que estén dispuestos a ser creativos.
“Vamos modificando nuestra arquitectura dependiendo del entorno y las necesidades del cliente. No somos un despacho que haga un diseño y lo repita con diferentes puertas y ventanas. Hemos creado un lenguaje y con éste hablamos todo el tiempo”.
En el trabajo de Blanco encontramos ejes y referencias, pero principalmente una búsqueda por darle gusto al cliente. “Yo considero que es un trabajo de psicología: lo que quiere transmitir con su casa es como lo transmite con su ropa o su coche. Nuestro trabajo es ver qué le quiere decir a la gente con su casa”, agrega.
Para Blanco es importante que quien habite la casa se integre perfectamente al entorno, que haya simbiosis. Para lograrlo, solicita del cliente un programa de necesidades; platica con ellos para lograr conocerlos y entender qué es lo que necesitan.
“La meta del despacho es crear espacios donde vivas una experiencia, que te sientas parte del entorno”, concluye.