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Aprovechar al máximo la luz natural de un sitio es uno de los principales objetivos de la mayoría de los arquitectos que buscan proyectar espacios armónicos. Adán Cárabes no es la excepción y el énfasis es mayor cuando el proyecto en el que trabaja se localiza en un lugar tan luminoso como Acapulco.
Se trata de un penthouse que su despacho desarrolló y que refleja no solo su esencia, sino que es el resultado de la suma de su visión, más lo que el cliente busca y necesita.
Para poner manos a la obra en este departamento, Adán tuvo que adentrarse en el mundo de la Kabbala, entender el concepto del shabat y sumar su concepción al estilo del cliente para comenzar a trabajar en él.
El resultado. Involucrando la arquitectura, iluminación, detalles visuales y mobiliario que vestirían las habitaciones, Adán consiguió desarrollar un espacio que invita a poner en balance el desarrollo humano, el cuerpo y el aspecto espiritual.
Gracias a su ubicación y distribución, por las mañanas los primeros rayos del sol entran a cada una de las habitaciones; un espectáculo del que pocos pueden gozar. “La orientación hacia el este otorga la energía renovada del sol y clarifica los espacios”, explica Cárabes.
El resto del penthouse está conectado por un túnel cubierto de lajas de madera que está encaminado hacia la playa y que permite apreciar la imponente vista: el Océano Pacífico.
En cuanto al mobiliario, para vestir las distintas habitaciones, el despacho se decantó por piezas de estética de los años 60, de diseño retro, donde destacan las líneas geométricas atrevidas y los colores sobrios.